Historia de la Archicofradía de Paz y Caridad
Santísimo Cristo de Paz y Caridad, (Cristo de las Misericordias)
Y nosotros ciertamente, con justicia, pues pagamos la pena merecida por nuestros crímenes; pero éste ningún mal ha hecho”, Decía después a Jesús: “Señor, acuérdate de mí cuando hayas llegado a tu Reino”. Y Jesús le dijo: “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
En el desaparecido convento de San Roque tiene su sede la Hermandad de la Vera Cruz y Sangre de Cristo, fundada en 1.525 con objeto de enterrar a los pobres y acompañar a los ajusticiados, aprobada por S. M. en 1.527. Tiene bula de incorporación expedida por el protector de la Cofradía de San Marcelo en Roma, en virtud de la cual quedó unida a la de la Vera Cruz y Sangre de N. S. J. C. el día 17 de agosto de 1.794.
Tiene esta Hermandad encomendado el acompañamiento a los ajusticiados, participando con otras Hermandades en diversos cultos (son varias las ocasiones en que participa con la Hermandad de San Isidro Labrador, de Abajo, en las procesiones de bendición de campos y en las de rogativas de acción de gracias). El Cristo de las Misericordias procesiona junto al reo hasta el cadalso a modo de consuelo.
Trasladada, tras la destrucción del convento, a la iglesia de San Esteban, se establece en su sede definitiva del convento de San Antón en 1.818, donde es acompañada por el resto de las Hermandades que se encontraban en San Roque (salvo la de San Isidro que queda establecida en San Esteban).
Esta Hermandad, cuya imagen titular es conocida como Cristo de las Misericordias y Cristo de la Agonía, entra en gran penuria y abandono siendo necesario que la autoridad eclesiástica, ordene a las Hermandades “La Soledad de Nuestra Señora”, “Paso de la Caña”, “Paso del Huerto” y “Jesús Nazareno”, que colaboren en los fines de ella y de esta manera pueda cumplir con sus obligaciones.
Esta colaboración dará lugar a que el 11 de marzo de 1.849 se apruebe la concordia fundacional de la Archicofradía por las anteriormente citadas Hermandades, a la que se ha unido la del “Ecce-Homo”.
Se nutren los fondos que recibe de los hermanos de las seis Cofradías que la componen, que deben pagar ocho maravedís mensuales, así como dos reales todos los que posteriormente pasen a formar parte de las mismas, estando obligados a hacerlo una sola vez los que pertenezcan a varias de ellas.
Por lo que se refiere a otras obligaciones con los ajusticiados, destacamos cómo se recaudan fondos: “Cinco Hermanos Mayores se constituyen en pedidores por las calles de la ciudad, con sus cetros, acompañados de un niño que lleva una bandeja y campanilla mientras los secretarios fijan una mesa cubierta con paño morado, un crucifijo y dos velas (una en la puerta de la cárcel, otra en los arcos de la plaza y la tercera en la plazuela de San Agustín)”.
Aparte del fin asistencial en el aspecto material, también se reconforta al reo en el plano espiritual intentando conseguir la conformidad para darlo de alta en la Archicofradía y de esta manera pueda gozar de las numerosas indulgencias que la misma tiene concedidas.
La talla actual que abre el desfile del Jueves Santo, portada por hermanos de todas las Cofradías que participan en el mismo; es obra del escultor conquense Marco Pérez, fechada en el año 1.942. No tiene constituida Hermandad, pero su valor es altamente simbólico, como presidente de la procesión, honor que le corresponde por su antigüedad y por haber sido el núcleo alrededor del cual se constituyó la Archicofradía.
De la imagen también estuvo al cuidado en competencia exclusiva la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno. La historia de esta Hermandad coincide plenamente con lo señalado al hablar de la Archicofradía de Paz y Caridad, a la que da nombre.
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