La ciudad de Cuenca, rompe con la vida cotidiana de un sábado de enero para celebrar y conmemorar como ha hecho desde siempre a su patrón y segundo Obispo San Julián. “ El padre de los pobres” , es y será recordado por su gran labor pastoral, llena de bienaventuranza en un época muy complicada dejando un profundo mensaje de caridad y humanidad entre la población conquense que se ha ido trasmitiendo a través de generaciones. Hasta tal punto que fue divinizado por el Papa Clemente VIII, un 18 de octubre de 1594. Han sido cientos de conquenses, los que se han dado cita en la ermita de San Julián “El Tranquilo”, desde muy temprano y afrontando el gélido frio de enero mezclado con un blandengue sol. En peregrinación han subido hasta el “lugar de mi tranquilo día” , por la senda, sobre la Cantera existente frente al Recreo Peral, contemplando las preciosas vistas a la hoz del Júcar, y parte antigua de Cuenca, o por el empinado escalerón enclavado en la roca caliza.