A las 22:30 se abrían las puertas de la Catedral de Santa María y San Julián para dar comienzo a la procesión penitencial del Santísimo Cristo de la Vera Cruz. Previamente, los hermanos habían celebrado una misa de hermandad íntima en el altar mayor de la Catedral. Una eucaristía que estuvo oficiada por el obispo de la diócesis de Cuenca, José María Yanguas. Fue precisamente él el encargado de inaugurar la meditación de las palabras. "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen", exclamaba desde lo alto de las escaleras de la catedral sumiendo la plaza en un profundo silencio y reflexión ante sus palabras. A pocos metros esperaba la imagen del Santísimo Cristo de la Vera Cruz en el momento de la espiración. Un obras anónima del siglo XVIII que había iniciado su recorrido momentos antes al recorrer las distintas naves catedralicias. Al cortejo procesional se unían al mismo representantes de la hermandad de la Santa Vera Cruz de la Peraleja, así como la reliq