SEMANA SANTA CUENCA. Historia de la Muy Antigua, Ilustre y Venerable Hermandad Sacramental y Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús con la Caña
Historia de la Muy Antigua, Ilustre y Venerable Hermandad Sacramental y Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús con la Caña
Después de desnudarle le vistieron una túnica de púrpura y, tejiendo una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, y un caña en su mano derecha; luego, arrodillándose delante, se burlaban de Él diciendo: “Salve, rey de los Judíos”; le escupían, quitaban la caña y le daban con ella en la cabeza.
Se desconoce la antigüedad real de esta Cofradía, constituida en la iglesia de San Roque, donde compartía capilla junto con otras Hermandades a las que tradicionalmente se encuentra vinculada.
El 3 de mayo de 1802 actualiza la Hermandad sus constituciones, nombrando un protector que preside la misma y cuyo cargo es vitalicio. Obligó al cambio de constituciones el escrito dirigido por Salvador Valiente a la eclesiástica denunciando la penuria y abandono en que se encuentra la Hermandad.
Aprobándose las nuevas el Ilmo. Sr. D. Antonio de Palafox y Cros, el 9 de noviembre del mismo año. Se cuenta, y parece ser cierto, que los franceses invasores de Cuenca durante la Guerra de la Independencia, utilizaron la imagen para simular un soldado de guardia en la puerta de la ermita.
Acompaña a diversas Hermandades en sus actos de culto, como cuando en 1.816 acude a la llamada municipal para acompañar a la Hermandad de San Roque con seis hermanos, para darle realce al desfile de esta última Hermandad.
Un año después, el 1 de junio, con cuatro hermanos acompaña a la Patrona de la ciudad en su desfile de acción de gracias por los favores concedidos a la población. Completa en esta ocasión el desfile de la Santísima Virgen del Sagrario y el glorioso patrón San Julián.
En 1.833 nuevamente se ve obligada a intervenir la autoridad eclesiástica: “Debiendo salir en procesión con las demás el Jueves Santo, llegará este día y no habrá quien la saque con escándalo de la población”. En 1.847 se provee la Hermandad de cajas para enterramiento de difuntos, con destino a sus fallecidos, y caso de que alguna familia la quisiere de más lujo, se sustituirá esta ayuda por la de treinta y uno reales.
El accidente sufrido por la talla en el momento de hacer su entrada el desfile en la Catedral, el Jueves Santo de 1.934, hace que el hermano don Miguel Martínez Muñoz done a la Hermandad una nueva talla del conquense Marco Pérez, que es bendecida el 5 de abril de 1.936. La imagen se golpea con el frontispicio de la reja de la Capilla de los Apóstoles.
Ya en 1.939 se recibe la oferta del escultor Sr. Bieto para tallar una nueva imagen que sustituya a la destruida, de Marco Pérez, que sólo desfiló un año. Pese a gustar el boceto presentado, y ante la petición de la familia del donante de la talla anterior que se compromete a entregar una nueva, se desestima la oferta del Sr. Bieto, desfilando en 1.940 con la realizada por José María Bayarri Hurtado.
La talla, sin embargo, no acaba de gustar, por lo que la Junta de Cofradías en 1.946 comunica el encargo a Federico Coullaut Valera de una imagen que será costeada por la Excma. Diputación Provincial. Con este ofrecimiento surge la polémica, al manifestar que el escultor conquense Fausto Culebras tiene encargó de la Hermandad para realizar la talla procesional, mientras una parte de la Cofradía manifiesta que se le encargó la talla pequeña para urnas.
Tras la convocatoria de varias Junta Extraordinarias, prevalece el encargo de la Junta de Cofradías, desfilan en 1.947 con la talla actual, de Coullaut Valera. El conjunto procesional, que es uno de los más vistosos de nuestra Semana Santa, luce grupos de tulipas del s. XIX alumbrando de forma natural, siendo el único paso de la Semana Santa conquense que nunca en su historia ha renunciado a la luz de vela. Otra particularidad es que los hermanos acompañan en procesión portando palos de caña de bambú en cetros y tulipas.
Existe constancia de que 1.907 fue la última ocasión en que la imagen patronal acompañó a un reo de muerte, un esterero de la Casa de Beneficencia, acusado de haber matado a una monja, usando sus herramientas de trabajo.
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