…Hubo y habrá siempre Navidad (Rafael Torres)
Y no es un cuento clásico de Navidad. Todos hemos tenido Navidad y algunas realmente felices. Tal vez, la de nuestra infancia haya sido la mejor porque creíamos apasionadamente en Papá Noel y en los Reyes Magos.
Para ser sincero más en los segundos porque los niños de la década de los 70, en la que transcurrió mi infancia, no teníamos la visita del hombre gordo con barba blanca y traje rojo que aparecía por la chimenea a traer regalos. Estufa de leña con chimenea sí tenían nuestros padres pero no había lugar para encargar otros regalos a Papá Noel, eran tiempos de quebranto económico y muchas privaciones.
Me entristece mucho cuando escucho: “A mí no me gustan las navidades”, o la frase: “Si pudiera dormirme y levantarme cuando las navidades ya hayan pasado, que felicidad, esa sería mi mejor Navidad”. Estos pensamientos van asociados a la época navideña porque está supone un gasto excesivo en las familias por la compra de regalos, y alimentos para la cena, grandes comilonas y cenas, rodeadas de estrés por la tensión familiar.
Es cierto que puede haber muchas personas que sientan tristeza y desconsuelo en estas fechas de luces y villancicos. La pérdida de un ser querido puede causar rechazo en esta época. Eso no se puede evitar, aunque se echan en falta a los seres queridos todo los días del año parece que cuando se acerca la Navidad, su ausencia es más dura pero debemos pensar que su recuerdo en estas fechas nos hará sonreír por los momentos vividos. Ya lo dice el villancico: “Nosotros nos iremos y no volveremos más”.
La ausencia de los seres queridos por encontrarse en la lejanía de la familia hace que se consideren solos y desconsolados, al no poder participar y compartir en familia estas fechas de ahí que repudien y rehúsan de esta época navideña por no poder disfrutar de ella.
En estos días de Navidad se produce la “depresión por Navidad” en las personas, viene motivado por la sensación de sentirse solos, aislados que no es lo mismo que estar solo. Estamos observando como uno de los grandiosos trastornos de nuestro tiempo es la “soledad”. Hoy en día, hay un gran número de personas que no saben comprenderse consigo mismas ni comunicarse con los demás. En estos tiempos falta comunicación personal y sobra Tablet y móvil.
La tristeza que asalta a las personas en estos días se llama “depresión blanca”, “depresión navideña” o “blues de Navidad”. Un 20% de los españoles según la Asociación Europea de Psiquiatría Social, sufren esta enfermedad, no problema. El contexto de alegría, música, luces que rodea la Navidad, colisiona rígidamente con la nostalgia y el desconsuelo por falta de familiares o amigos allegados. Es entonces cuando surge el hundimiento personal que da lugar a la depresión navideña.
Conforme vamos avanzando en la vida, vemos como no existe un manual de la felicidad. Está en sí misma no existe. La construimos nosotros por medio de nuestra actitud y empatía con los que nos rodean. Por qué no nos proponemos y preguntamos: ¿Quiero tener una Navidad extraordinaria con los que me rodean?
La magia de la Navidad existe. No las dan nuestros hijos pequeños con su ilusión y encanto. ¡Utiliza! Montar el árbol, el Belén, escribir la carta. Esperar con ellos la llegada de su noche mágica. Hacer de Papá Noel y de Rey Mago. El tiempo pasa muy deprisa y esos momentos ya no volverán. Mientras que un niño sonría habrá Navidad.
Y qué decir de estar cenando con la familia, cada uno con sus cosas, pero es nuestra familia. La vida no da oportunidades de seguir estando todos juntos. Siempre irá faltando algún componente…haz que para ellos ¡sí les guste la Navidad! Solo está en nuestra mano…la imaginación no tiene límites, dejémosla volar.
Creo que no es difícil ser feliz en Navidad. Hay una receta que se pasa de generación en generación: unos granos de actitud, se rocía con magia, se mezcla con ilusión y se le pone un enorme lazo de complacencia.
Tanto si te gusta, como si no te gusta, la Navidad. Aprendamos a disfrutar de ella con nuestra imaginación, con nuestras necesidades, compartida con quién deseemos y sobre todo hagamos nuestra propia Navidad. La imaginación no tiene límites, dejémosla volar.
¡Feliz Navidad!
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