OBITUARIO
El enemigo se lleva la vida del profesional sanitario José Ramón Izquierdo
Jueves, 02 de Abril de 2020. Cuenca | Rafael Torres/El Día digital.es
Con el alma partida por la triste noticia que recibí el martes por la tarde del fallecimiento del médico José Ramón, intento escribir unas líneas de despedida al “Héroe Muerto en esta cruel batalla”. Se nos fue el doctor de Cabecera, el médico de familia, el amigo de los pacientes. El doctor Izquierdo.
José Ramón pasaba consulta en el centro de Salud de Cuenca I, en el barrio de San Antón. Dentro de sus muchos pacientes tenían un alto porcentaje de ancianos lo que le implicaba un mayor riesgo. No por eso dejó nunca de atender a sus pacientes aun sabiendo que podía exponerse a contagiarse. ¿Saben por qué?
Porque el doctor Izquierdo era un médico vocacional, amaba profundamente su profesión. Hacia lo que más le gustaba en la vida, curar a enfermos, advertir a sus pacientes para que no cayeran enfermos. Es mejor prevenir que curar, solía indicar
Pensando en el doctor José Ramón, me hago la pregunta: ¿Qué es lo que le llevó a ser médico? Pues muy fácil la respuesta. Quiso y pretendió dedicar toda su vida a dar de forma altruista sus conocimientos medicinales para ayudar a los demás. Un médico no deja de estudiar toda su vida. Hay un lema que quizás pueda explicar la vocación de ser médico. “Estudia hoy como si fueses a vivir eternamente, vive hoy como si fueras a morir mañana”.
José Ramón se sentía feliz cuando veía el rostro de una madre sonreír al ver como su hijo mejoraba con el tratamiento que él le había puesto. Experimentaba el dialogo con el enfermo, sabedor de que esa receta, también curaba. Tus ojos han sido testigos de enfermedad en tus pacientes, de esperanza en tus tratamientos, de dolor interior porque no se originaba la curación que tú deseabas, de consuelo cuando el paciente mejoraba y también de pena cuando aparecía la muerte.
Es lo que se denomina la “verdadera vocación”. Una impresión de gratificación personal por la entrega a nuestros semejantes; teniendo en cuenta que tú acción no sólo servía para tratar o curar al enfermo sino también para mejorar con tú esfuerzo la calidad de vida de toda la comunidad.
Gracias, José Ramón por atender a tus pacientes con tanto cariño y siendo consciente de que los mismos no eran conocedores de las enfermedades, y de todos los tecnicismos que rodea a las mismas. Y tú de forma sencilla y simple les informabas de lo que les ocurría y como los podías ayudar.
Para todos aquellos que sientan la necesidad de ser médicos recomiendo que se fijen en ti. Porque entonces serán buenos médicos y grandes personas. Nos ha dejado un Héroe sin capa, sin antifaz sin armas, tan solo con una bata blanca y unas manos que curaban. Y la mejor receta, era su sonrisa sincera y llena de felicidad. Te confieso que cuando salgo a aplaudir pienso en ti.
Cuando acabe toda esta pesadilla, tenemos que reconocerte públicamente tu loable labor de “Médico de Familia”, junto a tus compañeros. Tú ausencia ha dejado afligida a la ciudad de Cuenca.
Una gran pena. Que en paz descanses José Ramón Izquierdo.
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