SEMANA SANTA CUENCA
Cuenca vivió su simbólico 'Amanecer Santo' en silencio
Sábado, 11 de Abril de 2020. Cuenca | Rafael Torres/ El Día digital.es
El amanecer santo de Cuenca, seña de identidad de la Semana Santa conquense, con sus características Turbas que preceden la procesión “Camino del Calvario” haciendo sonar tambores destemplados y clarines desafinados amaneció en silencio.
Vacía y sin el sonido patrimonial de la madrugada del Viernes Santo se encontraba la Plaza de El Salvador y las calles de ciudad. Cuenca vivió este año un amanecer inaudito. lleno de asombro, sorpresa y extrañeza. Una madrugada de silencio que hiere el alma.
No se abrieron las puertas de la Iglesia de El Salvador a las 5:30 horas para que aparecía por el portón la imagen del “Señor de la Mañana” camino del Calvario conquense. Nazareno de la Madrugada con la Cruz a cuestas, su rostro revela un trasfondo de fuerza interior traducido en unos atributos faciales muy patentes que le conceden grave y serena expresión. No le precedieron Jesús Caído y la Verónica. Ni el discípulo amado de Cuenca y de Jesús. El Evangelista San Juan “El Guapo” por su belleza de semblante infinita. El Encuentro con la Madre y el Hijo, y Ntra. Sra. De La Soledad de San Agustín con su cara serena y dulce.
Este año turbos, nazarenos y espectadores no han vivido la salida de la procesión más simbólica y representativa de la Semana Santa de Cuenca. En la cuesta de los herreros no sonaron yunques ni motetes. No hemos sentido la “Clarina” de Palafox que se introduce en el interior de uno y te rompe las entrañas del corazón. Ni el momento glorioso y único de la entrada a la Plaza Mayor de las imágenes. ¡¡Qué lo bailen, Qué lo bailen!!
Sentimos y de qué forma (quedándonos en casa) el contraste del silencio de estos largos y penosos días de confinamiento con el Miserere de la Torre de Mangana y el que salía de cada hogar conquense, a las 12 horas. Quebrado y roto como no podía ser de otra manera con el toque del tambor y del clarín de las Turbas. Emoción altísima y desbordada. Lágrimas y muchas lágrimas por nuestra Semana Santa, por el adiós a tantas personas que se nos han ido y de qué forma. Y por no encontrar una explicación concluyente al drama humano que están viviendo muchas familias.
Cuenca al igual que el resto de España vivió un Viernes Santo triste, de purga y penitencia impuesto por el coronavirus que impidió que cada ciudad disfrutará de unas estampas inconfundibles de la pasión, y muerte de Jesús Nazareno.
Nos queda el alivio y el consuelo de que esta situación pasará y que al año que viene, Cuenca volverá de nuevo a emocionarse con su Amanecer Santo en la procesión “Camino del Calvario”.
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