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CUENCA TIENE UNA ASIGNATURA PENDIENTE, UN RECINTO FERIAL DEFINITIVO.



Llama mucho la atención que la ciudad de Cuenca, que viene celebrando  las Fiestas de San Julián desde hace al menos dos siglos, no haya tenido nunca lo que en otros sitios -y en esté también- se suele conocer con el nombre de “Recinto Ferial”.

 Y aún más, si tenemos presente que sus habitantes viven con intensidad sus costumbres y tradiciones, muchas de ellas vinculadas a edificios y espacios públicos específicos. Es el caso de la Junta de Cofradías de la Semana Santa que tuvo su primera sede en la calle Solera número 2 y actualmente en la antigua casona castellana enclavada en pleno Casco Histórico de la ciudad, a la altura del número trece de la calle Andrés de Cabrera.

A tenor de lo que nos cuenta la historia de la ciudad y lo que hemos podido vivir las generaciones que hemos nacido durante el actual periodo democrático, los dirigentes municipales siempre han ordenado ubicar las atracciones y demás elementos feriales fuera del casco urbano. Decisión muy acertada y comprensible teniendo en cuenta que el bullicio y jolgorio que arrastra el entorno ferial no es muy agradable para la vecindad sino más bien molesto y pesado.            

De tal forma, la Feria de Cuenca ha tenido siempre carácter errante y andariego según las necesidades y circunstancias de los tiempos, situando su perímetro ferial en sitios como Casa Blanca, Paseo de San Antonio, Parque de los Moralejos y El Puente de Palo.

Recuerdo con nitidez cuando se ubicaba la Feria en el nuevo Parque de los Moralejos. Ya en su primera etapa de construcción se utilizó la mitad del mismo, todavía sin ajardinar, para esta instalación. Una vez terminado  el proyecto de construcción del parque en el año 1989  derivó  de nuevo en la búsqueda de otra zona donde situar el perímetro festivo.

En este asunto complejo de encontrar ubicación final para el recinto ferial invirtieron no pocas horas y muchas cavilaciones los regidores municipales de turno encabezados por don Andrés Moya López, Alcalde de Cuenca, en aquella época. Encontraron una solución a la ausencia de un sitio fijo para la instalación del ferial, que parecía que iba a ser la definitiva, ubicándolo en la calle Antonio Maura.

Se abordaba el sueño de tener un “Recinto ferial“ en un espacio conformado por 17.257 metros cuadrados de superficie que correspondían a la antigua empresa Unión Resinera Española, de profunda tradición en los orígenes industriales de aquella Cuenca de los primeras décadas del siglo XX.

La empresa dejó de realizar sus actividades en estos céntricos locales, cediendo los terrenos al  Ayuntamiento que los acondicionó y habilitó para un futuro ferial. Durante meses trabajaron técnicos, obreros y equipos municipales que se esforzaron al  máximo  en la preparación de esa antigua resinera que se encontraba en precarias condiciones.

 Hubo que hacer movimientos de tierra, reducir pendientes existentes en algunos tramos, consolidación de los servicios imprescindibles que requiere las instalaciones de esta naturaleza: agua y saneamientos. Se realizó una red de distribución de agua, con tomas para bares, zona de estancia de caravanas de feriantes y bocas de riego e incendios y otra de desagües. Se renovó y actualizó el suministro eléctrico, que también  se encontraba en precarias condiciones, transformando las instalaciones eléctricas con el fin de prestar energía a todas las atracciones que se instalaran en la nueva área ferial.

Este lugar destinado a la fiesta popular, plena de bullicio, ruido y jaleo, estaba situado a espaldas del ferrocarril y junto a una amplia zona de huertas que, si las circunstancias lo permitían en un futuro no muy lejano, deberían constituir un lugar natural de expansión del recinto. De esta forma, a partir de su ubicación estable, iría ampliándose hasta darle la forma definitiva de un gran “RECINTO FERIAL”  habilitando las partes que lo componen.

Otra ventaja de este espacio radica en que se encontraba perfectamente comunicado con el resto de lugares de interés dónde se celebraban espectáculos deportivos o lúdicos durante los días de celebración de las Fiestas Patronales del Glorioso “San Julián”.

El nuevo “Ferial” se inauguró el 24 de agosto de 1989 a las 23:00 horas contando con un total de 57 espacios: 10 atracciones para adultos, 8 para niños, 6 tómbolas, 3 churrerías, 3 bingos, 11 vendedores de productos varios y 16 casetas variadas. En ese momento destacó como importante novedad el estreno en la ciudad de cuatro atracciones, que en algunos casos habían desistido venir por dificultades de montaje por las condiciones que presentaba el anterior recinto.

Todo parecía indicar en el horizonte  que Cuenca tendría por fin, un recinto ferial estable, amplio, moderno, seguro, cómodo, dotado de elementos fijos e instalaciones permanentes, propias de una ciudad en plena expansión. Se contaba además con la posibilidad de utilizar estas instalaciones no sólo durante los días de las fiestas de San Julián, sino  también en otros momentos que se necesitará un espacio amplio para el desarrollo de alguna activad lúdica.

 La alegría para los conquenses por contar con un nuevo recinto ferial  en la antigua  empresa de la Unión Resinera Española duró lo que duran dos peces de hielo. Pues en apenas unos años se cambió la ubicación al recinto en el Camino de la Resinera, hoy llamado Camino del Terminillo.

Una vez reubicado el Recinto Ferial, los políticos gobernantes de la ciudad por el año 2005 generan la idea de revitalizar la zona, encargando la redacción del proyecto al estudio Moneo-Brock,  con la asignación de arquitectos titulares a Belén Moneo y Jeff Brock, y como arquitecto asistente Rafael Moneo.

El 18 de enero de 2007 fue colocada la primera piedra de la futura zona ferial de carácter multiusos  a cargo del entonces presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, acompañado por el alcalde José Manuel Martínez Cenzano. La inauguración se produjo ocho años después, el 19 de mayo de 2010, con el alcalde del Partido Popular Francisco Pulido.

 La primera fase del Bosque de Acero se desarrolló sobre una superficie total de 57. 430,43 metros cuadrados, albergando un pabellón central acristalado, con un aforo superior al millar de personas, y una zona ferial de carácter multiusos. Asimismo, contemplaba la urbanización del Recinto Ferial, la construcción de una zona de aparcamientos y otra para acoger a los feriantes y el acondicionamiento de accesos.

La segunda fase del proyecto, que nunca se ha llegado a realizar, se desarrollaría sobre una superficie de 159.854, 63 metros cuadrados, con un Teatro Auditorio al aire libre con capacidad para más de 10. 000 personas, una zona de aparcamientos, un lago, una zona de patinaje, grandes espacios verdes, un anfiteatro, pasarelas sobre el río Júcar y restaurantes.

La situación ocho años después es muy diferente a la de aquella pomposa inauguración, en la que son contados los eventos que se han celebrado en esas instalaciones. Todos ellos alejados y sin guardar relación con las Ferias y Fiestas de San Julián. Un espacio que costó unos 7,7 millones de euros, una auténtica barbaridad para un lugar  que nunca se ha adaptado a las necesidades de lo que realmente pedían los ciudadanos, que no era otra cosa que un espacio fijo, cómodo y dotado de las  infraestructuras necesarias para  ubicar definitivamente el Recinto Ferial de Cuenca y disfrutar de él.

No entraremos más en detalles con respecto a esa obra faraónica  que supuso y supone un esfuerzo económico tanto para su construcción como para su mantenimiento. A día de hoy su estado de conservación es de abandono total.

Y para nuestros gobernantes supuso y supone  una incomodidad “política” hablar de él, como si nadie hubiera propuesto o votado su aprobación y, por su puesto, nadie se ocupó de la ejecución de la obra. Nadie quiere responsabilidades sobre el bosque inanimado.

Para la ciudad de Cuenca y sus habitantes seguirá pendiente la asignatura de un Recinto Ferial con todas las comodidades que este tipo de instalaciones requiere para un buen disfrute del mismo. Ubicación ya tiene, pues el lugar que ocupa actualmente ha dejado de ser provisional para ser fijado como definitivo. Ahora sólo falta acomodarlo a las necesidades de los ciudadanos estableciendo un orden de prioridades asumible para la tesorería municipal, desarrollando un plan de inversiones para dotar al recinto de infraestructuras estables y básicas (desde canalización de agua a cableado del tendido eléctrico, acerado, cambio de suelo, espacios de descansos, baños fijos, fuentes). En cuanto a las estructuras fijas, ofrecer a los feriantes un lugar que les permita reducir costes de montaje con la obligación de reducir el precio de sus consumiciones en favor del público que les visite. 

Cuando esta publicación llegue a manos de los conquenses y visitantes “ya estaremos en plenas Fiestas y Ferias de San Julián” y con la sana obligación de disfrutar al máximo  de ellas. Que vengan con propósitos de remodelación del Recinto Ferial para su ampliación y perfeccionamiento en el futuro, hasta conseguir una instalación moderna, como reclama una Ciudad Patrimonio de la Humanidad. 

Felices Fiestas de San Julián, que ustedes mis paisanos lo pasen realmente bien. Henchidos de alegría ¡Gloria al Padre de Cuenca! ¡ Loor a San Julián! Que nuestro Padre y Protector de Cuenca ha sido y siempre será. 

Publicado en el programa oficial de Ferias y Fiestas de San Julián del 2018. "La Revista de la Feria". 

















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