Dulces de Cuenca con sabor tradicional vuelven por Navidad
Sumergidos de lleno en el período navideño vuelven a nosotros los dulces tradicionales de Cuenca, que con su olor y sabor nos hacen viajar al pasado y perpetuar aquellos sabores de antaño que marcaron nuestras navidades de la infancia. Verdaderas exquisiteces para el paladar con sabor añeja de navidad.
Es costumbre de antaño ofrecer a las visitas de familiares y amigos que, en tiempos normales y no de pandemia, se realizaban a las casas con el fin de felicitar las pascuas, una bandeja de dulces típicos navideños que contenía mantecados y turrón casero que se regaba con anís dulce, moscatel y por supuesto no podía faltar el resolí. Aunque es bebida más conexa con la época de Semana Santa para los conquenses su uso es de todo el año.
Estos dulces eran preparados por nuestras abuelas de manera tradicional para el propio consumo, elaborados de forma esmerada por medio de una gran variedad de recetas transmitidas de generación en generación. No existía la elaboración industrial y en las casas no había horno como en la actualidad. Por lo que era habitual llevarlos al horno donde se cocía el pan en cada localidad, lo amasado el día anterior.
En la mayoría de las casas de la provincia y de la capital de Cuenca, “antes de los días anteriores al 24 de diciembre, los hornos de cocer el pan (lo que ahora llamamos una panadería), se convertía en un hormiguero de mujeres que entraban y salían, con bandejas de mantecados unos recién amasados para cocerlos y otros recién hechos para saborearlos.
Entre los dulces tradicionales que se elaboraban destacaban: los mantecados aguardentados, de vino, hojaldrados, caracoles, las rosquillas fritas de anís, y de satén, las tortas huecas o de manteca. Realizadas con ingredientes sencillos y naturales como la manteca de cerdo, harina y azúcar que conseguían un sabor propio de Navidad.
También se llevaba al horno para su asado la cena y comida de Navidad: el cordero, el pavo, el capón, y la estrella de la Nochebuena el cochinillo o lechón criado para la ocasión por la familia.
¿A quién no le apetece un dulce por Navidad? Y si además es puramente tradicional, mejor que mejor. Como dice el proverbio “A nadie le amarga un dulce”.
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