El 6 de diciembre de 1996 la Unesco concedió a Cuenca el título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad

Hoy día 16 de noviembre se celebra el Día Internacional del Patrimonio Mundial, una fecha simbólica, en la cual se estableció un acuerdo para la defensa, resguardo y conservación de todos los sitios naturales y culturales que existen sobre el planeta.
Los conquenses tenemos la fortuna de contar con una ciudad Patrimonio de la Humanidad, a la que la gubia de la Historia y el tiempo han conferido un contorno irrepetible y único. Declarada oficialmente por la UNESCO “Patrimonio de la Humanidad” por virtudes y valores.
“Cuenca construye y conforma su paisaje sobre un puntal de piedra entre los ríos Júcar y Huécar, su espíritu se oculta en los interiores de las rocas. Sus piedras buscan el cielo y llevan volando a su Casco Antiguo por los quebrados ciclópeos sin romper su estabilidad”.
El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios conocido como ICOMOS, ubicada en París y ligada a la ONU, a través de la Unesco recomendó en su informe que se debía aceptar la candidatura de Cuenca porque resaltaba su Casco Antiguo como un claro ejemplo de la ciudad medieval fortificada que ha conservado su paisaje urbano original y que mantiene muchos ejemplos excelentes de arquitectura secular y religiosa de los siglos XII y XVIII. Subrayando que la ciudad amurallada se mezcla con el paisaje natural que le rodea. Siendo declarado no solamente el Casco Antiguo y el barrio del Castillo, sino también las hoces de los ríos Júcar y Huécar que la rodean y a los barrios de San Antón y Tiradores.
La inscripción la firma Federico Mayor Zaragoza, entonces director general de la Unesco, un 29 de marzo de 1997, en un día muy significativo para la ciudad como el Viernes Santo. Distinción que fue recogida por Manuel Ferreros, alcalde de Cuenca por aquella época. Entrando en 1998 a formar parte del Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España.
Esta declaración por parte de la UNESCO como “Patrimonio de la Humanidad” implica sin duda alguna una enorme responsabilidad para conseguir que siga al margen del vaivén de los tiempos, fijada para siempre” tal y como las hemos ido conociendo” con el único objetivo de mantenerla eterna para siempre.
“En Cuenca está la creación y en sus rocas se congrega su nacimiento y en la voluntad de las mismas su principio y fin”.
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