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Historia Se cumplen 72 años de la riada del Río Huécar

Se cumplen 72 años de la riada del Río Huécar

Domingo, 18 de Agosto de 2019. Cuenca | Rafael Torres /ElDíadigital.es 

El pasado  día 13 agosto se cumplieron  72 años de la riada y desbordamiento del río Húecar. Este suceso ocurrió un miércoles 13 de agosto de 1947, produciendo entre  los habitantes de la ciudad una gran congoja e impresión  por las secuelas que trajo la fatal inundación.


Las huertas de la carretera de Palomera quedaron anegadas  de agua por el inmenso y fuerte caudal del río, que se salió de su cauce, cegando los puentes que atravesaba en su brutal recorrido, dejando un rastro a su paso de troncos arrancados, aglomeraciones  de piedras, fango, y sedimentos de barro, llevándose por delante los muros de contención que los resguardaba.

El gran torrente de agua se presentó sin avisar en cuestión de segundos. Las gentes se vieron sorprendidas y sin apenas tiempo para poder reaccionar y salvaguardar sus patrimonios.  Las monjas Concepcionistas de la Puerta de Valencia fueron las primeras en recibir la sorprendente carga de agua, salvando solo el Sagrario de su iglesia, renovado por Martín de Aldehuela, cuando ya las aguas atravesaban su portada barroca, demoliendo los tabiques, y destrozando a su paso todo lo que hallaban en su camino, llegando alcanzar las aguas 1, 70 metros de altura.

En la calle de los Tintes el agua llegó a los 2 metros de altura, sufriendo las casas que allí se situaban  grandes estropicios como le ocurrió a una típica taberna que sufrió de lleno las consecuencias de la riada viendo como el agua destrozaba las tinajas de vino, banquetas, mostrador y demás enseres del establecimiento.

La calle de Fray Luis de León conocida de siempre por la calle del Agua, hizo de recogida  a su apelativo- nunca mejor dicho- conoció en toda su extensión la fuerza indomable del agua, llegando está hasta la puerta de la farmacia situada en el cruce de la calle Carretería, debiendo de utilizar las emergencias barcas para el desalojo de los vecinos.   

Todos los talleres de los pequeños artesanos  situados en esa calle dedicada al ilustrado “Belmonteño” perdieron todas las herramientas de trabajo y mobiliario, al igual que les ocurrió a los habitantes del barrio que tuvieron que estar varios días después sacando agua y barro que se había almacenado.

El  Colegio de las Madres Josefinas, ubicado entonces en esta calle también sufrió las consecuencias de la gran riada del Huécar, llegando el caudal de las aguas a las aulas con  una altura media de metro y medio, rompiendo ventanas, cocinas de hierro. La huerta y los animales que tenían en la parte de atrás del edificio fueron devastados. Cuentan que una imagen del Niño Jesús fue hallada en el “Puente de Palo” y dos cerdos fueron encontrados en el cauce del río San Antón.

Las ochenta niñas huérfanas que se encontraban en el colegio fueron trasladadas al “Seminario Mayor de San Julián” que estaba cerrado al encontrarse los seminaristas de vacaciones.

Al ocurrir en plena época del melón, los puestos de fruta que se situaban junto a la Plaza del Mercado contaban con un gran número de piezas. Cifrando la cantidad en treinta y cinco mil melones que tuvieron que ser dispersados del lugar y esparcidos por una amplia zona.  

La situación que vivía la ciudad provocada por la salida del río Huécar arrastró no sólo el agua, también el  desamino en toda la población y en particular en  los vecinos  que se vieron directamente afectados teniendo que volver  a empezar de nuevo. En aquel periodo de tiempo la ciudad de Cuenca como el resto del país se encontraba pasando momentos de “penuria” lo que agudizo aún más la situación de los vecinos afectados.

La solidaridad de los conquenses ante está delicada situación se puso de nuevo de manifiesto, volcándose con los afectados aunque también hubo quién pesco en el río diversos objetos que el Huércar llevaba en  su feroz paso.

Hoy en día ese desbordamiento hubiera sido portada en los medios de comunicaciones nacionales e internacionales con visita al instante de algún ministro y pronto se hubiera pedido la designación de “zona catastrófica” pero en aquella época que hoy recordamos, sólo tuvo eco en la prensa local y de ayudas económicas pocas o ninguna.

Cuando vemos pasar el río Húecar por la calle de los Tientes es difícil de imaginar cómo pudo desbordarse con ese ímpetu y generar tantos estragos con tan sólo 15 kilómetros de longitud. Hay que entender que ahora está canalizado y su cauce desviado. 
Fotos: MIguel Ángel Vila. 

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