CUENCA GRITA EN OTOÑO: ¡VENID
A VERME!
La ciudad de Cuenca siempre se muestra tremendamente
bella al visitante. Ofrece a los ojos del que la contempla una mimada ubicación,
su peculiar topografía de su casco antiguo hace que este se asiente sobre un quebrado
monte de piedras quedando dividido entre
dos ríos que forman las hoces del Júcar
y del Húecar.
Su constante búsqueda del precipicio hasta llegar a
los cielos dan paso a una mezcla de imágenes en piedra creadas al azar por la naturaleza que rebasan toda lógica y el inconsciente humano hasta convertirla
en superrealismo urbano.
Llegada la estación otoñal la ciudad colgada se envuelve
de tapices hechos de colores rojos, ocres y amarillos entreverados con el verde
ciñendo a la ciudad en una banda luminosa que rinde homenaje a sus paisajes confiriéndole
esta tonalidad un innegable encanto.
Cuenca es de las pocas capitales españolas que se presta, al paseo a pie. Es un
lujo poder abrir la puerta y en nada estar en el campo, paseando por las
riberas de sus ríos haciendo una y mil
rutas. Cada viajero debe buscar su
propia aventura en la ciudad, su
recreación personal y evocadora de la misma, a base de paseos y buscar su
propio reto itinerante.
Os propongo una ruta para comprobar
como Cuenca grita en otoño: ¡Venid a verme¡ es un paseo por la ribera del río
Júcar saliendo desde el puente de San Antón camino de la Playa Artificial.
Asomarse al río Júcar desde el Puente de San Antón es ahogarse
en unas magníficas vistas de la Acrópolis
conquense que domina cada rincón de la ciudad reflejándose en el espejo verde
de las aguas.
Caminar por la orilla de enfrente, aguas arriba del
Júcar, remontando el río y cruzando el
Puente de los Descalzos bajo la ermita de las Angustias para llegar al original
paraje del Recreo Peral, sin perder detalle de los rascacielos de Cuenca,
dejaros acompañar de los Chopos ciclópeos, que amenazan alcanzar la azotea de la hoz.
Observar la Piedra del Caballo surgir de entre las
verdes aguas simulando una isla de
ensueño. Y alzar la vista para concebir la arrogante silueta de la ciudad
vieja, discernible en los campanarios de sus torres: San Nicolás, San Pedro,
Mangana, San Juan, San Miguel.
Después de este recomendable paseo a pie, reponer
fuerzas en las saludables aguas de la
fuente de Martín Alhaja, un simbólico manantial conquense que toma su nombre de uno de los personajes
legendarios vinculados a la historia de la ciudad y continuar viaje hasta la Playa Artificial,
sin dejar de pasar por el recoveco que confecciona el río a escasos doscientos
metros.
Cuenca tiene infinidad de rutas que nos ofrecen inmortales
paisajes para disfrutar del otoño, ven y verás lo que te estás perdiendo. ..Escucha
el eco de su llamada que surge de entre sus hoces.
Texto y fotos: Rafael Torres.
Publicado el Día digital. es
Domingo, 03 de Noviembre de 2019
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