LA MÚSICA CELEBRA SU FESTIVIDAD, SANTA CECILIA (Por Rafael Torres)
OPINIÓN | Rafael Torres. Viernes, 22 de Noviembre de 2019s
Hoy, día 22 de noviembre, la iglesia Católica celebra la festividad de Santa Cecilia de Roma patrona de la música y de los músicos. El Papa Gregorio XIII la nombró patrona de los músicos porque había demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su nombre se convirtió en símbolo de la música determinado por su espíritu apasionado y sensible por este arte.
La música ha conquistado al ser humano desde los comienzos de su existencia, pero hasta tiempos muy recientes no ha podido ser registrada. Esta circunstancia ha obstaculizado su estudio en las civilizaciones antiguas, y más aún en los comienzos de la historia de la humanidad.
Los instrumentos musicales son el modelo patente de la existencia de música en cualquier civilización. Los primeros seres humanos ya usaban sencillos utensilios sonoros a modo de instrumentos. Unos palos que se golpean entre sí o un objeto que produce sonido al ser golpeado contra algo. Las primeras flautas que fabricaron los hombres y mujeres del paleotíco eran los huesos largos de las aves, que una vez vaciados, les hacían unos taladros.
La música es el único arte capaz de alcanzar y de penetrar en el ser íntimo de casi todos los seres humanos. No es fácil encontrar dentro de los conocimientos un arte tan universal como la música, que es capaz de forma idónea de expresar con tanto ímpetu y de un modo tan limpio y veraz el estado anímico del ser humano a lo largo de su vida.
La alegría, la congoja, las ganas de vivir, el enamoramiento, la frustración y el infortunio, la pena amarga del alma, solo los acordes armónicos son capaces de expresar lo inexpresable. La única forma de sentirla es uniéndose a ella en cada composición sin reservas.
Gracias, muchas gracias a los músicos porque son capaces con sus instrumentos de crear armoniosas y melódicas melodías que hacen que nuestro ánimo y nuestro vigor y nuestro espíritu deambulen libremente por los fecundos campos de los sonidos, transportándonos a una nueva e inadvertida dimensión. Redimiéndonos del peso de la desesperación y nostalgia.
Qué inconcluso y fragmentado sería el ser humano sino es capaz de apreciar y sentir la música y glorificar su corazón con ella. Aquellos elegidos que son capaces de conseguir que la música forme parte de ellos nunca se sentirán solos y gozarán en libertad de su compañía, de su hechizo y por su puesto de su misterio.
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