LA MUERTE NO ES EL FINAL (Rafael Torres)
Viernes, 01 de Noviembre de 2019. OPINIÓN | ELDIAdigital Rafael Torres.
Hoy día uno de noviembre comienza el mes que la iglesia dedica a rezar por los fieles difuntos y mes de los novísimos. Recordar y honrar a los muertos es una práctica ancestral del ser humano. En la prehistoria el hombre ya construía monumentos funerarios y los grandes imperios de la Edad Media se caracterizaron por la obsesión en la vida de ultratumba.
Desde que conocemos la historia de las civilizaciones sabemos que enterraban o incineraban a sus muertos con mayor o menor magnificencia. Cuando el hombre adquiere sentido religioso honrar con ritos y oraciones a sus difuntos.
Por eso, hoy día uno de noviembre la iglesia celebra la Solemnidad de Todos los Santos. Para muchos este día de celebración no signifique nada pero todo hemos conocido en nuestras vidas a “personas” que pasaron por nuestro lado “haciendo el bien” ¿Quién no se ha cruzado en su vida corriente con algún santo? Sí, esas personas que a pesar de sus muchos problemas y tremendos sufrimientos guardan una sonrisa para hacer felices a los que tienen a su alrededor. Hay muchas, verdad.
Mañana martes, día dos de noviembre, es la conmemoración de todos los fieles difuntos. Algún día, no sabemos cuándo, ni dónde, ni a qué hora, ni de qué forma, la muerte nos llegará a todos. Huimos de pensar en ella pero es axiomático que nos alcanzará. Por eso celebramos este día de “Recuerdo a la Muerte”.
A lo largo de hoy y de mañana y durante todo el año y a veces día a día se visitan los cementerios para honrar a nuestros seres queridos, que dejaron profunda huella en nosotros hasta el punto que no pasa ni un solo día sin que florezca el gemido y el llanto por la separación de esas personas tan queridas.
Limpiamos sus tumbas, hablamos con ellos aunque lo hacemos siempre y a todas horas y sobretodo suplicamos mucho por ellos porque guardamos la esperanza y creemos firmemente en la convicción de que la muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, porque el ser humano está destinado a nacer a una vida sin límites que tiene su principio y su fin en Dios.
La muerte no es el final, es una etapa más de nuestra vida, nuestro cuerpo será sepultado o incinerado pero estoy seguro que nos reencontraremos con nuestros familiares y amigos difuntos que ahora descansan en la casa del Padre. Es cierto que no sabemos el camino pero Él nos llevará.
En Tú palabra confiamos con la certeza que Tú ya le has devuelto a la vida eterna que nadie puede desposeer.
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