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Los pregones de la Semana Santa de Cuenca alcanzan el número 75.

Miércoles, 10 de Abril de 2019

Semana Santa | Rafael Torres/El Día digital.es Miércoles, 10 de Abril de 2019 

Cuando S.E.R. Fray Carlos Amigo Vallejo, Arzobispo Emérito de Sevilla y Cardenal de la iglesia se dirija a la comunidad nazarena desde el magnífico Teatro Auditorio de la capital, el próximo 12 de abril, Viernes de Dolores, se habrá convertido en el pregonero número 75. Abrir con su voz la Semana Santa de Cuenca es un inmenso privilegio, que se produce en uno de los momentos más importante del calendario personal del conquense.




[Img #324759]Por los datos que se conocen, el origen del pregón de Semana Santa en España se sitúa en una charla que Federico García Sanchís pronunció en el teatro “San Fernando”  de la ciudad de Sevilla, el 20 de marzo de 1937, repitiéndose este acto con altibajos hasta que en 1942 comienza a celebrarse de forma regular.

De esta forma vio la luz un nuevo género religioso-literario. Un acto que reunió la tradición cultural con la lírica para producir entusiasmo e inspiración, y que acabó por imponerse en la mayoría de las ciudades españolas. No se puede considerar una simple disertación o exposición, ni una recitación. Es ante todo una vivencia popular en la que se expresan sentimientos, experiencias, anhelos y sueños a través de diferentes estilos literarios. Y se expresan con toda la fuerza que los pulmones permiten, situándose frente a ciudadanos y visitantes impacientes con el inicio de las celebraciones.

La promulgación en voz alta de nuestra Semana Santa se realizó por primera vez  en Cuenca en el año 1945, instaurándose como una tradición que viene aconteciendo casi ininterrumpidamente. La retransmisión a través de las ondas de la radio de la puesta en escena de los primeros pregones resultó una oportunidad fundamental para dar a conocer la ciudad de Cuenca y su Semana Santa al resto de España.

En Cuenca, las procesiones tienen unos rasgos muy especiales, ligados a sus rasgos geofísicos que le imprimen espiritualidad, como sus calles empinadas y empedradas, la verticalidad de los edificios construidos sobre las paredes de las hoces y los ríos recónditos que la rodean.  Los aficionados a recrear las escenas de la Pasión del Señor, en forma de Pasos Procesionales, los transportan en magnífico equilibrio, símbolo de la firmeza profunda que arraiga en sus creencias. Estas características han ido llamando poderosamente la atención  de un público fervoroso de emociones y tradiciones. Una pequeña y austera ciudad situada en el interior  de la península, de la que muchos no conocían su existencia, conmemoraba  cada primavera y en un paisaje único la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Los pregones contribuyeron a posicionar la celebración conquense entre las cofradías religiosas españolas y a estimular su crecimiento hasta situarla entre las más emblemáticas del país. De esta forma, en el año 1980, obtiene la Declaración de Interés Turístico Internacional, junto con las de Valladolid, Málaga y Sevilla. En esa  época era altamente difícil conseguir una mención de tal calado, a diferencia de los tiempos actuales, en los que se ha producido una enorme devaluación de su significado por la enorme generalización de esta forma de reconocimiento.

Desde el año 1945 diferentes conquenses entusiastas han dejado testimonios salpicados de inspiración literaria a través de sus pregones,  ensalzando los méritos y el sentir de una ciudad que una vez al año  se viste con túnicas de variopintos colores. A lo largo de todos estos años han pasado por el atril del Pregón diferentes personajes públicos, poetas, columnistas, directores de radio, periodistas, clérigos. Entre ellos,  un obispo y un secretario del Ayuntamiento de Cuenca, además de tres miembros de una misma familia: Enrique Domínguez Millán, Acacia Uceta (la primera mujer que hizo el pregón) y el hijo (Enrique Domínguez Uceta). Otro caso de relevo generacional  padre-hijo se produjo entre Rafael Pérez Rodríguez y Rafael  Pérez Caballero.

Han sido varios los pregoneros que han repetido por diversas circunstancias, como le sucedió a Federico Muelas, con diez pregones en su haber, o a Aristeo del Rey Palomero y Enrique Domínguez Millán, que presentaron cuatro cada uno. Demetrio Castro Villacañas y Pedro de Lorenzo Morales realizaron sendos dobletes.

Los primeros pregones fueron emitidos a través de los micrófonos de Radio Nacional de España. Al poeta y cronista Federico Muelas le radiaron siete, bien desde la emisora de Madrid o a través de los estudios locales (en 1945-46 y de 1948 a 1952). Al igual que hiciera Enrique Domínguez Millán, por Radio SEU, luego Radio Juventud y, más tarde, la cadena SER. Aunque para algunos se plantea la duda de si realmente fueron pregones o si se trataron de sutiles alabanzas utilizadas para resaltar las cualidades de la misma.

En aquellos primeros años, la efervescencia de los pregones se confirma con su número y por la excelencia de los pregoneros. En el año 1950 se llegó a disponer de tres pregones: el de Federico Muelas por Radio Nacional, el del poeta de la generación de los cincuenta Enrique Domínguez Millán por la emisora de la SEU y un tercero emitido desde la emisora de Cuenca, redactado por el profesor la controversia de los tres “Pregones”, la Junta de Cofradías publicó una nota designando a Federico Muelas, como pregonero oficial, realizando su intervención el 18 de marzo de 1951, en la noche del domingo de Ramos, a través de la radio con ajuste nacional. Por su parte, Emilio y Amancio lo hicieron el 31 de marzo, Viernes de Dolores, en la radio local,  y Enrique Domínguez lo realizaría el lunes 2 de abril de 1950. 

En todo caso, estos textos leídos en la radio son los primeros escritos serios y fundamentos sobre la Semana Santa, que contribuyeron a su difusión por todo el país.

En 1952 se renovó la petición de encargo del pregón a Federico Muelas, pero éste lo rehusó, de forma que de su ejecución se ocupó finalmente el Canónigo Magistral Aristeo del Rey Palomero, otro de los más prolíficos en poner voz a la Semana Santa.

Desde el año 1952, comienza la relación de pregones oficiales, como pórtico de entrada y primera gran cita de la Pasión, encuadrado en Viernes de Dolores. Hasta 1954 solo se emitían por la radio. Pero el 9 de abril de ese año se produce la primera declamación de un pregón con el público presente. Esta tarea recayó en Jesús Suevos Fernández, destacado representante de la Falange Española, en un abarrotado Cine España. Aunque fue compatible con su transmisión por la Red de Emisoras de RNE.

 Los pregones realizados en Cine España y a posteriori en el Cine Xúcar no contaban con la aprobación de la iglesia, pues siguiendo el espíritu de la época, eran considerados locales poco piadosos y de dudosa moral por las películas que allí se exhiban. 

Desde el año de 1955 a 1960 se vuelve a la formalidad de realizar los pregones por medio de la radio, guiados por la necesidad de seguir difundiendo la Semana Santa de Cuenca. Los pregoneros de aquellos años son fieles al régimen político dominante:  Gabriel Juliá Andreu, gobernador civil de la provincia y jefe provincial del Movimiento, Fortunato Martínez Patiño y Aristeo del Rey Palomero.

En el año 1961, la lectura de los pregones vuelve a cambiar de ubicación. En esta ocasión Federico Muelas improvisa un pregón, el día 24 de marzo, en la Casa Sindical, apoyándose en los artículos publicados en el diario “Ofensiva” durante los años de 1949 y 1952.

Desde 1962 hasta 1965, se realiza el pregón en el Cine-teatro Xúcar, de la capital. En 1962 corrió a cargo de Aristeo del Rey Palomero, que lo tuvo que improvisar ante la ausencia del pregonero designado por la Junta de Cofradías como consecuencia de una inesperada enfermedad. Se trataba de Demetrio Castro Villacañas, que ya recuperado, lo pudo realizar en 1963. El testigo pasó a Pedro Lorenzo Morales (1964) y Luis Morales Oliver (1965), que también había pregonado la Semana Santa de Sevilla en el año 1946.

En el año 1966 la difusión de los pregones cambian de nuevo su emplazamiento hasta el año 1979, para celebrarse en la nueva “Casa de Cultura”. La estrena el pregón de Clementino Sanz. Aquel año, la Junta de Cofradías intentó celebrar el acto del pregón el Domingo de Ramos, con la intención de instituirlo para ese día, pero las múltiples manifestaciones que se realizaron en contra de esa propuesta dieron al traste con el cambio, celebrándose como era tradicional, el Viernes de Dolores. Los autores de los pregones fueron: Luis López Anglada (1967), Federico Muelas (1968), Diego Jesús Jiménez (1969), Antonio Lúcas Verdu (1970), Acacia Uceta (1971), Jorge Juan Eiora (1972), Manuel Real Alarcón (1973), Antonio Castro Villacañas (1974), Pedro de Lorenzo Morales (1975), Aristeo del Rey Palomero (1976), Joaquín Benítez Lumbreras (1977), Rafael Caballero Bonald (1978) y José Luis Paz Maroto (1979). 

De nuevo, otro cambio de lugar para la realización  del pregón. Desde el año 1980 y a instancias y como ruego del pregonero José Luis Lucas Aledón, el acto del pregón se traslada a la antigua iglesia de San Miguel, donde ha continuado celebrándose en la actualidad, con la  excepción del pronunciado por el obispo José Guerra Campos, que lo realizo en el Teatro Auditorio, el mismo lugar elegido para la cita de este año.

En definitiva, desde sus inicios se han pronunciado 71 pregones en la Semana Santa de Cuenca con la participación de 73 pregoneros. El pregón es para el nazareno conquense una señal inequívoca de que el gran acontecimiento que imprime hermandad a los que aquí viven va a comenzar. Los cinco sentidos comienzan a llamar a la puerta del alma, que se expande al escuchar “Qué con mis palabras comience la Semana Santa de Cuenca”.

Algunos de ellos tomaron un estilo más literario, mientras que otros profundizaron en la tradición, evocaron recuerdos personales, o pretendieron transmitir intensidad cristiana y compromiso eclesial.  En definitiva, se trata de un acto genuino y natural, al tiempo que gratificante. En el Viernes de Dolores, mujeres y hombres elegidos por las hermandades, nos hablan acerca de los misterios de la Pasión que va a ser representada a través de escenas del Evangelio.

Cada uno aclamará la Semana Santa desde su vivencia y experiencia personal. Su vida nazarena será expuesta en público: sus emociones profundas, el amor hacia la hermandad a la que ha pertenecido su familia generación tras generación y la mirada sutil y tímida que se cruza con la del Señor y con la de la Virgen Santísima a lo largo del recorrido procesional. Por un rato, el pregonero o la pregonera se convertirá en un emisario que con su testimonio escrito y leído en público desvelará porqué sigue los pasos de Jesucristo, reflejado en la imagen de su veneración.

Para mí un pregón de Semana Santa sirve para escuchar cada año a alguien que explica cómo entiende la esperanza. Su confesión ante los demás de unos sentimientos que pertenecen al dominio de lo espiritual y de las entrañas del alma.  Por eso no es nada fácil pergeñar esta clase de discursos que necesariamente deben adentrarse en todo lo relacionado con la Semana Santa y en la creencia personal de un ser superior, aderezado con la experiencia propia a la hora de participar en la misma.

A la hora de elegir el candidato adecuado, que reúna las condiciones necesarias para expresar el pregón, existe dentro del conjunto de nazarenos, quién reclama la presencia de un personaje de brillo, de fulgor literario o periodístico, buscando con su intervención la resonancia  y efectismo que pueda tener de cara al exterior proponiendo voceros de fuera de la ciudad. Se trata de “profesionales del pregón” que, aprovechando su tirón personal, son llamados aquí y allá exhibiendo y repitiendo su oratoria confusa, cambiando sólo el nombre de la ciudad en la que se encuentran. Personalmente lo he vivido en la iglesia de San Miguel, con pregoneros traídos de fuera que apenas me han emocionado.

Por el contrario, cuando en el atril se sitúa un nazareno de Cuenca y declama lo que ha escrito con tinta morada desde su corazón, me identifico con él y me hace volver al baúl de la feliz memoria en la que deposito tiempos de felicidad por la pasión que llena mi vida. Al escuchar y volver a leer pregones de Cuenca que han dejado su huella imborrable en forma de versos, sería injusto nombrar a unos y desatender a otros. Cada uno de ellos aloja algún resplandor en su interior y consigue pellizcar el alma para hacerla más humana y más divina al mismo tiempo.

Cada ciudad y pueblo de España, cuando  llega Semana Santa, expresa su original tradición, que mantiene como un valor por sí mismo. Por eso me agrada tanto nuestra Semana Santa conquense y los pregones que la inauguran.

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