Las reses de Juan Vicente Mora han sido las encargadas de arrancar San Mateo 2017 dando mucho juego y buenas carreras para los más osados de la plaza.
Atrás queda el pregón de Diego Valera que ha levantado a los peñistas. Poco a poco las peñas van ocupando sus lugares establecidos dejando la parte del recorrido de las vaquillas para los más osados, aquellos que llevan un año esperando para estar cerca de los animales.
En el balcón, todas las miradas se dirigen a Julio, el operario municipal más famoso durante estos días. Con mimo, coloca el chupinazo en posición y éste sube impaciente para anunciar a toda Cuenca que las vaquillas ya están sueltas.
Años de tradición, como se observa en la imagen, en las que han cambiado muchas cosas, edificios, el suelo de la plaza, la afluencia de gente. Pero la tradición se mantiene viva, la valentía de los corredores, una constante. Cuenca, casi un siglo después, sigue manteniendo vivo el espíritu de San Mateo. Recuerdos nostálgicos de los más mayores que han pasado de boca en boca a sus descendientes transmitiéndoles toda la pasión por esta fiesta tan conquense.
De vuelta a la actualidad, la primera vaquilla de la tarde salió con fuerza protagonizando grandes carreras en la Plaza y bajando hasta la calle Zapaterías. Luego, como es tradicional, hay que reponer fuerzas de la subida escuchando los pasodobles en la anteplaza con el animal como espectador de lujo.
Toda una satisfacción para José Vicente Mora, propietario de la ganadería de donde proceden las vacas que reconocía, en declaraciones a eldiadigital.es, que “llevo San Mateo metido en el corazón” por lo que supone “una gran satisfacción venir a Cuenca con mis animales donde me siento como en mi tierra, como en mi pueblo”.
Los animales se iban relevando a medida que las fuerzas flaqueaban. Lo que no decaía era el ambiente en los aledaños que era, sencillamente, extraordinario. El bullicio lo invadía todo a medida que la tarde iba cayendo y la afluencia de gente era cada vez mayor.
No había momento para el descanso, a estas alturas del año el sol cae rápido y no hay un momento que perder para disfrutar de las carreras de las vaquillas que con el desfile y el pregón comienzan más tarde de lo habitual.
“Vacas grandes, con buenas cornamentas y riñones que van a dar mucho juego”, relataba a este medio Luis Guijarro ‘El Tata’, toda una institución en las fiestas mateas por llevar 40 años detrás de la maroma. Recuerda que los corredores expertos conocen bien las características de las vacas y saben cómo enfrentarse a ellas, a los menos inexpertos le recomienda “paciencia e ir conociéndolas poco a poco”.
Lamenta ‘El Tata’ que por la edad ya no puede correr como antaño pero no por ello deja de disfrutar de las vaquillas viendo cómo lo hacen los más jóvenes y los maromeros de los que ha formado parte tantos años al recordar que su trabajo es velar por la seguridad de los corredores pero un “trabajo del que también disfrutamos”.
La coincidencia de la fiesta en días laborables provocaba que se vieran huecos en el recorrido que, por otro lado, ayudó a que se vieran grandes carreras de los mozos.
Con ellas se fue pasando la tarde hasta que de nuevo el cohete anunció que el primer día de vaquillas había acabado. Los mozos ya piensan en mañana, hoy ha sido un gran comienzo. Ahora era el turno de los más pequeños que ensayaban con el toro de fuego pensando, quizás, en las futuras carreras que darán a las vaquillas de verdad cuando la edad se lo permita.
Cuenca | D. G. / Rafael Torres.
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