Premio al cirujano taurino don Amador Jiménez: “La última esperanza de los toreros"
Actuó durante más de 40 años en la capital conquense y en numerosos pueblos de la provincia
El próximo sábado, 5 de agosto, la Asociación Cultural “Adesercu” perteneciente a la Serranía de Cuenca, reconoce la figura del doctor conquense Amador Jiménez Torrijos, con raíces en Cardente, entregándole el Premio Cirujano. Una obra del maestro artesano Tomás Bux.
Un cirujano taurino es siempre la última esperanza del torero. Capotes, muleta y toallas en el albero. Ya no hay remedio, el diestro ha sido alcanzado y no hay tiempo que perder. Se apresuran los banderilleros, saltan las tablas los mozos de espadas hasta que el apoderado corre a socorrer a su torero, que se encuentra tendido en la arena como si de un saco roto se tratase.
En décimas de segundos se improvisa una procesión de sangre, gritos y desesperación camino de la enfermería. Los hombres se agolpan en las barreras a su paso, las mujeres lloran la desgracia mientras que los niños no pueden seguir contemplando tantas imágenes de terror y dolor al mismo tiempo.
Abren las puertas del quirófano, y como si de un pase de revista militar se tratará, se encuentra el cirujano jefe don Amador Jiménez y su equipo al completo. Perfectamente uniformados con sus blancas batas que parecen que están en la gloria bendita, a un solo paso del cielo. “La última esperanza”.
Sobran las palabras, las miradas recobran su importancia y una sonrisa del cirujano puede significar la salvación “No le ha llegado por milímetros”. Se cierran las puertas y comienza la operación, a vida o muerte “En tus manos dejó mi vida, la cornada es fuerte”.
Los cirujanos taurinos en la sombra devuelven la luz de la gloria. Son los restauradores del torero. Ángeles de la guarda, la esperanza blanca, esa profesión que está siempre en manos de Dios y en un diálogo constante con él.
Los quirófanos de las plazas de toros se convierten en muchos casos en el propio confesionario del torero como le ocurrió a Luis de Pauloba, cuando un novillo le destrozó la boca y la laringe y fueron tus manos “Amador Jiménez” quién lo salvó. Fue una de las cornadas más graves que se recuerdan en la historia del toreo. Perdió el ojo izquierdo, causando importantes destrozos en la boca y en la tráquea.
Merecido homenaje a Amador Jiménez Torrijos, nada más y nada menos que 44 años de profesión (se dice pronto), desarrollando su trabajo como jefe del Equipo Médico de la plaza de toros de Cuenca, 1970-2014.
Su hueco lo ha llenado su hija Elsa, que ha heredado el ADN vocacional de su padre, y maestro. Sabiduría que le ha llevado a ser hoy en día una cualificada cirujana taurina, que sólo piensa en llegar a parecerse a su querido padre.
Comentarios
Publicar un comentario