SEMANA SANTA CUENCA. Historia de la Venerable Hermandad de María Santísima de la Esperanza de Cuenca.
Historia de la Venerable Hermandad de María Santísima de la Esperanza de Cuenca
Entonces María dijo: “Mi alma glorifica al Señor. Y mi espíritu está transportado de gozo en el Dios Salvador mío. Porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava, ya desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones”.
“Con referencia a una nota antigua que esta incorporación se hizo el año 1.216 en cuyo año murió el papa Honorio III y que ese Cabildo fue la fundación del Sr. Rey Alfonso VIII para dar culto a María Santísima en su Ermita”.
El Cabildo y Hospital de Peregrinos de Nuestra Señora de la Esperanza, establecido en la ermita del mismo nombre, es el más remoto precedente de la devoción existente en nuestra ciudad hacia la advocación de esta Virgen.
Conocemos su existencia a través de la carta de agregación que el Venerable Cabildo de San Juan de Letrán de Roma renovó en favor de la capilla y de su Cabildo Hospital fechada en Roma el 21 de diciembre de 1.591, confirmada por el papa Gregorio XIV, posteriormente derogada por Benedicto XIV y definitivamente incorporada a la sacrosanta Archibasílica Lateranense de Roma por Pío VI el 20 de diciembre de 1.785, confirmada por el Cabildo Lateranense de forma perpetua el 22 de enero de 1.786, consiguiendo este Cabildo y su capilla innumerables gracias concedidas al mencionado Cabildo Romano.
Muy posiblemente no exista relación de estos antecedentes con la fundación de la futura Hermandad procesional, salvo la ocupación de la misma capilla para su culto; la devoción a esta imagen mariana influyó de forma principal para destinar al culto la talla de la Dolorosa encargada por la Junta de Cofradías y que desfiló por primera vez en la procesión recién fundada en 1.951, sin constituirse todavía como Hermandad y sin haber dedicado la talla a una advocación particular.
Obra del escultor Leonardo Martínez Bueno, es ofrecida al Colegio de Agentes Comerciales, para entorno a ella crear una nueva Hermandad, lo que el Colegio encarga a don José María de Diego Lora, solicitando del Sr. Obispo, el 14 de abril de 1.951, la autorización para constituirse canónicamente.
D. José María de Diego, primer mayordomo y hermano fundador tuvo el firme propósito de que todos los miembros del Colegio Oficial de Agentes Comerciales, tanto de Cuenca como de la provincia, así como de los corredores de comercio, que también tienen por patrona a la Virgen de la misma advocación de “Esperanza” fuesen hermanos de esta recién creada Hermandad, cumpliendo así con el encargo directo de la Junta de Cofradías.
Este hombre, natural de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), poseía una gran veneración por la advocación de la Virgen de la Esperanza, que le venía desde su infancia en su localidad natal, donde también era cofrade de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Expiración y de la Virgen de la Esperanza. Cuando llegó a Cuenca, no existía ninguna hermandad penitencial con esta advocación, por ello cuando supo de las intenciones de la Junta de Cofradías, concibió en ella todo lo adquirido desde su niñez en tierras gaditanas.
En 1.958 se adquiere una nueva corona de plata mediante suscripción de los componentes de la Hermandad. Para esta corona el Colegio de Agentes Comerciales dona su escudo de plata.
En los años 50 fue donada la Medalla de Plata del Colegio Oficial de Agentes Comerciales de Cuenca, que desde entonces suele lucir María Stma. De la Esperanza en su fajín, y en el año 2.001, con motivo del 50 Aniversario de la Hermandad, el Consejo General de Colegios de Agentes Comerciales, otorgó la Medalla de Oro a la Stma. Virgen.
Comienzan los problemas con el estado de la ermita, que poco a poco presenta alarmantes muestras de ruina haciéndose necesario, en primer lugar el abandono de la vivienda adjunta a la misma y el edificio destinado a Juntas Generales; 1.986 es definitivamente declarada en ruina lo que obliga a su total desalojo. Desde esa fecha la imagen se encuentra al culto en el Convento de las Madres Justinianas, de la Plaza Mayor, efectuando su incorporación desde la antigua iglesia de San Andrés.
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