Reconocimiento a su trabajo. Se jubila Eloy “el de la Churre”, después de 48 años dando servicio a la sociedad conquense
Se jubila Eloy “el de la Churre”, después de 48 años dando servicio a la sociedad conquense
El pasado miércoles día 16 de diciembre, Eloy “el de la Churre”, pasó a mejor vida. Después de 48 años de trabajo en la barra de un bar, llegó su bien merecida y ansiada jubilación.
Eloy Díaz Guijarro nació en el pueblo conquense de Olivares del Júcar, a la edad de nueve años se trasladó con sus padres a Cuenca, corría el año de 1968. Para que se hagan una idea es el año de nacimiento del que firma este artículo.
Comenzó a trabajar en la Churrería del tío Santos, el día 1 de enero de 1972, establecimiento fundado en el año 1929 por el albaceteño Santos González Roldán, que cuando entró Eloy regentaba su hijo José Ramón González Saiz. Sus primeros compañeros de trabajo fueron Sixto Barriga y Antonio Martínez. Guarda con cariño su primera nómina que rondaba las 1.600 ptas. De entonces.
A la jubilación de Ramón, éste ofreció a Eloy y a Antonio quedarse con el negocio. Formalizando un crédito que, pese a los grandes intereses de aquel momento, amortizan en tiempo récord. Regentó con Antonio la “Churrre” desde 1983 a 2011, en que, coincidiendo con la primera crisis, abandonó para regir en solitario y hasta la fecha en que ya la ha traspasado por motivos de edad, “La Siesta”.
Guarda muchos y gratos recuerdos de generaciones de conquenses y visitantes que han pasado por sus establecimientos, principalmente en la “Churrre”. Recuerda de manera especial el ambiente de Semana Santa, con las reuniones en el reservado que inventó Miguel Sarria con el “Jesús de El Salvador” y continuaron muchas hermandades después.
Los cafés a los hermanos de la Borriquilla cada Domingo de Ramos, cuando la “Churre y la Siesta” se llenaban de alegría nazarena. Las cenas de la hermandad de la Caña, después de finalizar la procesión de “Paz y Caridad”, un Jueves Santo tras otro. Empalmando las noches de Turbas acoplando un día tras otro sin cerrar.
También se recuerda en la feliz memoria de los conquenses las sidras de nochebuena y nochevieja, con el descorche de botellas de sidra: el que daba con el corcho a la campana navideña que colgaba en el alto techo del local, estaba invitado directamente a la siguiente.
Mención especial a su receta de boquerones en vinagre de los que elaboró y sirvió miles y miles (sin exagerar un ápice) de raciones y aperitivos.
En Cuenca siempre será recordado por Eloy el de la Churre. Sirvió con esfuerzo y dedicación a miles de conquenses que han pasado por su establecimiento. Siempre con una sonrisa en la boca y un gesto agradable.
Y es que Eloy es una de esas personas que solemos llamar “especiales”. Especial por no tener durante 48 años de servicio un “no” para nadie, por querer servir siempre con amabilidad y atención a todos los clientes que pasaron por sus establecimientos.
Eloy, ha despachado a niños que no llegaban a la barra, y los ha visto crecer y venir a la “Churre” con su novia que luego sería su mujer, y luego sus hijos, a los cuales con el tiempo también ha tenido por clientes y amigos, en muchos casos, llegando a conocer a tres generaciones de parroquianos a la mayoría de los cuales veía casi a diario y llamaba por su nombre, sabiendo el gusto de cada uno de ellos. Eloy llega a una nueva y merecida etapa de su vida: la jubilación.
Lo único que me queda amigo Eloy, es desearte lo mejor en el camino que inicias y que, junto a tu mujer e hijas puedas llevar a cabo esos sueños e ilusiones que tu actividad laboral no te permitía realizar.
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