El lírico cementerio de San Isidro sobre la Hoz del Júcar
Saliendo de la puerta del Castillo (Arco de Bezudo), a la izquierda, llegamos hasta la Ermita de San isidro Labrador, por el mismo camino asfaltado por el que se accede también a diversos palcos de piedra que se asoman a la hoz del Júcar dejando impresionantes panorámicas de la misma.
En esta ermita-cementerio perteneciente a la Hermandad de San Isidro Labrador (de Arriba), se asientan tres camposantos en un mismo terreno sagrado, una de esas raras singularidades que le dan esa distinción tan peculiar y única.
El cementerio de San Isidro se empezó a construir en el año 1729 y no se terminó hasta diez años después gracias a los 700 ducados que donó el provisor del entonces obispo, Isidro Bustamante, que también sirvieron para pagar los ornamentos de la ermita, según fuentes del Archivo Diocesano. Fue consagrado el 28 de octubre de 1739, por el obispo José Flores Osorio. Se estudió la posibilidad de hacerlo municipal, pero dado su poco espacio y su ubicación, en la parte alta de la ciudad, hicieron renunciar de esta idea.
El pequeño cementerio de San Isidro hospeda para la “vida eterna” los restos mortales de dos de los mejores artistas del siglo XX, Fernando Zóbel y Antonio Saura. También está enterrado don Luis Marco Pérez, uno de los mejores imagineros españoles del siglo XX, padre artístico de la Semana Santa de Cuenca, después de la guerra civil. El poeta conquense Federico Muelas, Premio Nacional de Literatura, en 1964 también descansa en paz en ese placentero lugar con las mejores vistas de la ciudad.
En este mismo cementerio descansan los canónigos del Cabildo de la Catedral de Cuenca y los hermanos de la Hermandad de San Isidro que tienen un lugar exclusivo para los mismos.
También se encuentran en este cementerio las momias halladas en la Iglesia de Santa Cruz, uno de los misterios de la ciudad de Cuenca que más efecto y repercusión han tenido en toda España a lo largo de los años. A partir de ser descubiertas como años más tarde cuando fueron “redescubiertas” y expuestas al morbo público. En 1987, y por orden del Obispado de Cuenca, las momias quedaron postergadas a las visitas, de la adoración y del morbo que ya suscitaban.
Con la visita al cementerio ermita de San Isidro, termina la visita a los cementerios de Cuenca en estos días grises de otoño y en el mes dedicado a todos los difuntos. Ya cumplimos con la visita al cementerio https://eldiadigital.es/art/345266/cementerio-santisimo-cristo-del-perdon-un-lugar-para-descansar-el-sueno-eterno-por-rafael-torres
Cabe destacar, que la ciudad de Cuenca tuvo otro pequeño cementerio en el barrio de Tiradores Bajos, junto al Cristo del Amparo, llamado de Santa Catalina.
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