A lo
largo de los días de la Feria Taurina de San Julián se producen en los tendidos
de la plaza de toros, diferentes escenas llenas de peculiaridades que
dejan una profunda huella en la memoria
de los que las viven.
Este hecho me ocurrió a
mí cuando el año pasado vi por la puerta de cuadrillas aparecer al torrero
Jesús Janeiro que reaparecía en nuestra plaza de toros después de su
retirada en la temporada del 2007. Volvía un referente del toreo de los años
90. Un ídolo de masas, en particular
para el público femenino que llenaban las plazas allá donde se anunciaba.
Recuerdo una “episodio” que se
produjo una tarde con el torero gaditano “Jesulín de Ubrique”. Llegó a
Cuenca en su época dorada de su toreo. Vivía uno de los momentos
más brillantes de su carrera profesional. Cada tarde que actuaba montaba su
particular revolución taurina rompiendo los cánones de la Tauromaquia
tradicional. Y además se acababa de estrenar como cantante con su single de
presentación hit Toda.
Jesulín llegó a Cuenca y con
él la expectación que le perseguía allá donde toreaba. Tarde de ambiente
especial en la plaza. Mezcla de aficionados conquenses y de todas las
partes de España. Ambiente de fiesta en la ciudad desde primera hora, se
notaba el “runrún” que provoca el previo a una gran tarde de toros tanto en los
bares como en los restaurante que estaban llenos. Venía de actuar en cinco
corridas en un solo día, vestido de torero…que se sepa.
Recuerdo como si fuera hoy que compartía tendido de sol y sombra con un grupo
de cuarentones de Villaconejos del Trabaque, y entre todos ellos llamaba
poderosamente la atención un mozo colorado como un tomate pera pero no era rojo
de sol era un tonalidad más bien producida por ser guardián de las cuevas del
vino que tienen en su pueblo.
Al
inicio del paseíllo, el “Villaconejero” voceaba al diestro preguntando en grito
por “Currupipi” una y otra vez. Tantas veces los hizo que Jesulín le
contesto: Está bien, en casa lo he dejado, hoy no viene. Quedando gran
curiosidad en el tendido por saber quién era “Currupipi”. Hasta que una señora
le pregunto: “¡oiga señor!” ¿Quién es ese?” A lo que él contesto: “Es un tigre
de 350 kilos que tiene en su casa que algunas veces viaja con él y con la
cuadrilla en la furgoneta”.
La tarde fue de escándalo
mayúsculo en los tendidos. Jesulín se entregó de ley en sus dos actuaciones
cuajando un gran éxito. Aún se recuerda con exagerada carcajada su paso
por el coso conquense. Él siempre ha reconocido públicamente ser un fetiche de
la ropa interior femenina.
No debió de gustarle nada al
diestro la forma de cantar del espectador. Visiblemente molesto y algo
resentido mando a su cuadrilla con la intención de hacerlo callar con la
consiguiente sorna en el tendido que insistía al cantante para que continuará
con su particular “KaroKe”. Inolvidable tarde para los sentidos la vivida aquel
día. En cada corrida de toros se producen mil historias que contar y que dejan
profunda huella entre los que las viven y observan. Casi siempre en el
ruedo, pero también en los tendidos.
Texto y fotos: Rafael Torres.
Publicado en la Revista Taurina de la Feria de San Julián 2019.
"Por el Pitón Derecho" Nº 5
dirigida por: Leo Cortijo.
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