El sol convierte los tendidos en una fiesta que es correspondida en la arena con una buena actuación de Antonio Ferrera que logra cortar la primera de la tarde y se asegura la puerta grande repitiendo triunfo en el cuarto. Los otros dos diestros, Garrido y Rey, no tuvieron suerte con sus toros.
Arrancaba la tarde con el sol brillando y con la amenaza de lluvia muy lejos, algo que se dejó notar en los tendidos con más color y alegría que los días previos y rozando cada lleno.
El encargado de abrir la última de la Feria de San Julián 2017 fue Antonio Ferrera al que pronto el público le pidió que pusiera banderillas donde fue muy aplaudido. Destacó de su faena una buena tanda de naturales rematada con pase de pecho del pitón al rabo, aguantando dos parones en seco del toro, de la ganadería de Motalvo.
Entró a matar pero el toro se le puso gazapón y falló en el primer intento pero no en el segundo, lo que le valió para que le concedieran una oreja, acorde con la fiesta que se vivía en los tendidos.
Tras él saltó al ruedo José Garrido jaleado por el público que sentía en las manos todavía los aplausos del otro día. Sustituía a José María Manzanares y entró en la arena mentalizado consciente de que una buena faena podía convertirlo en el triunfador de este año.
Estuvo pendiente en el tercio de banderillas, no quería que se estropeara el toro que ya de por sí colaboraba muy poco. Arrancó una suave faena para sacarlo a los medios con dificultad ya que el morlaco se quedaba parado. Todo le tocaba ponerlo al torero de su parte, el animal, muy poco.
A pesar de que mató a la primera no fue suficiente para premiarlo y los pañuelos aparecían de forma tímida mientras que los pitos al toro en el arrastre fueron más insistentes. Todavía le quedará una para intentar triunfar.
Era el turno para Roca Rey al que el público conquense tenía ganas de ver en acción. Así lo demostraron aplaudiendo su primer encuentro con el toro y su remate a manos bajas. Igual que hiciera Garrido, vigilaba de cerca las banderillas para después brindar al público al coger la muleta.
El respetable acompañó al peruano con constantes gestos de aprobación y aplausos y él salió al medio a torear de forma valiente. La faena no pasó de entretenida por la poca colaboración del toro que no se entregaba en su envestida.
Entró a matar y clavó el estoque de acero hasta media altura lo que le obligó a descabellar. Logró la misma suerte que su antecesor; tímidos pañuelos y pitos para el toro. Se conformó el peruano en saludar desde el tercio.
Mientras el público daba buena cuenta de la merienda, en la arena se hacía el paseíllo a Julián Sáez que recibió una placa de reconocimiento por su jubilación tras guiar durante muchos años el tiro de mulillas con su tralla como hacía su padre.
Volvía Ferreras para asegurarse la puerta grande y lo hacía con fuertes aplausos en el tercio de banderillas. Nada sirvió. El toro de 542 kg. se partió un pitón contra el burladero y todo empezó de nuevo. Salió un sobrero de 603 kilos, la tónica de la corrida fue el exceso de peso de los morlacos, y fue bien recibido por el diestro que enrabietado buscaba el triunfo que le hiciera salir a hombros de Cuenca. Un lucido tercio de banderillas lo cerró con un par al violín al que siguió una faena de muletas que inició de rodillas en la arena.
Lo dio todo Ferreras para triunfar ante un enemigo que no estaba por la labor. En la suerte final el diestro clavó el estoque hasta la empuñadura y fulminó al toro entre un silencio sepulcral. La lluvia volvió a la plaza, pero esta vez de pañuelos blancos y la presidencia de concedió la oreja que le abría la puerta grande.
Empujado por el desencanto de su primero, y con más gansas de salir a hombros, Garrido recibió al quinto, que tenía menos peso, con ímpetu como demostró al iniciar la faena de rodillas lo que levantó los primeros ‘olés’ rotundos de la tarde. El deseo contenido del público se unía al entusiasmo y arte del diestro que estaba cuajando una faena que apuntaba a éxito.
En los tendidos, la fuerza de los aplausos rivalizaba con los acordes de la música que se arrancaba con el pasodoble de Curro Fuentes. Volvió a realizar un arrimón de rodillas para exprimir todo su potencial al de Montalvo. Todo se desvaneció con su falló al entrar a matar. Necesitó un segundo intento y descabello que le impidió salir a hombros. Sin embargo, sí que se llevó una oreja que le permitió recoger el cariño del público conquense en su vuelta al ruedo.
Se marcha el diestro de la Feria de San Julián contento por haber logrado conectar con el público en sus dos actuaciones. Una pena de toros flojos esta tarde que le hubiera cambiado la suerte.
El encargado de cerrar la tarde, y con ella la Feria Taurina San Julián 2017, fue Roca Rey, la figura revelación que había levantado mucha expectación en Cuenca. Hubo buenas tandas de muletazos con los que se exhibió y mostró su disposición para conectar con el público.
Fue cuando salió el centro del redondel cuando apareció el Roca Rey de la temporada. Largos circulares en los medios para recoger a un público entregado. Arrimón marca de la casa para ir cuajando el premio.
Entró a matar y acabó con sus posibilidades de triunfar. Tres intentos y descabello. Lo que en algún momento apuntó a oreja terminó en pitos para el torero.
Se cierra la Feria Taurina con suerte desigual; puerta grande para Ferrera, oreja para Garrido y música de viento para Rey.
Cuenca | Rafael Torres. Fotos y texto.
Comentarios
Publicar un comentario