HONOR DE SER BANCERO
Me piden mis amigos
de la revista “La Clarina”,
que me acerque a sus páginas para que explique mis excitaciones del corazón,y
mis cambios en los hábitos de mi vida cotidiana, cuando llega la Semana Santa, actuación que
agradezco enormemente pues consciente de mis muchas limitaciones, con la redacción,
intentare ofrecer al lector una vivencia o más bien una interpretación muy
personal de lo que sucede en mi ciudad, cuando se acercan esos días de Pasión,
Muerte y Resurrección, de quien revelo la declaración: “Yo soy el camino, y la
verdad, y la vida”,

Pretendo
concentrar mi intervención en la revista hablando del honor de ser Bancero, (que
trascrito para los que no conozcan este término o se acerquen por primera vez a
nuestra ciudad a conocer in situ su carismática forma de hacer el ritual cristiano
de la muerte del MAESTRO), es ser portador de los Pasos que desfilan por
nuestra Cuenca,
Aquí
todos pagan por llevar “el santo”. Es como el más alto honor para el Nazareno,
(cada uno de los cofrades o hermanos que participan en la procesión), se
debe indicar que transfiere el sentido
religioso, porque debajo del banzo las
diferencias personales, y los dogmas
desaparecen, hay una fuerza que aglutina y hace olivar.
”Cargar
el Santo”, pagar por sentir el moretón
en el hombro, por aguantar más de 40 kilos cada uno, compartida entre todos
cerca de tonelada y media, durante más de siete horas, sin apenas descanso,
únicamente media hora, tras llegar a la Plaza
Mayor, lugar con especial encanto donde las procesiones hacen estación de penitencia o de pausa, esta
representación del Conquense, se puede nombrar de desemejantes formas, según la
perspectiva con la cual lo descubre cada
uno, puede ser mezcla de devoción hacia el titular de la hermandad, orgullo de nazareno por mantener viva la ley,
costumbre o promesa que empuja cada año a ser portador, aunque la puja en la
subasta del puesto sea económicamente fuerte y en estos tiempos de recortes
más, machismo de hombres vigorosos ante
el brutal esfuerzo físico que hay que soportar, y porque no chauvinismo, que de
todo hay en la villa del Señor.

Precisa llega la citación al cofrade para la Junta de Hermandad, en su
orden del día incluye la subasta de banzos, la puja sella inquietudes y ahogos,
los antiguos hermanos la aprovechan para recordar aquellos tiempos difíciles de
su mancebía, cuando los banceros eran
duraderos, porque no había otros y pasaban aprietos hasta para cubrir los
banzos, teniendo que recurrir el directivo sagaz y agitado al marketing del puro
y la pequeña propina, exceptuando ciertas hermandades de abolengo.

Para
muchos ser bancero, supondrá un deterioro en la economía personal y familiar,
que tendrá su recompensa en la madruga
del Viernes Santo, cuando se encuentre con su mirada, instantes antes de salir.
Empiezan
a llegar los nervios, y la responsabilidad se acumula porque cada vez esta más
cerca el Viernes Santo, llega la hora de colocar en andas a nuestro paso, a
todos nos llena de emoción ser testigos del proceso un año más, “El Jesús”, ya
esta sobre su peana preparado para caminar al Calvario, ahora se sube al Cirineo,
todo esta prevenido, aún así habrá que
revisar el paso el Jueves Santo por la mañana que es cuando todo se queda listo
y dispuesto para la procesión.
Preparados
para nuestro acto de penitencia solo nos queda pedirle a Él que nos ayude y nos
de fuerza para estar juntos en su caminar.
Ser
“bancero”, en la Semana Santa
de Cuenca, siempre se considero cosa de honor entre las gentes de esta tierra.
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