Cuando esta guía de Semana Santa llegue a sus manos usted estará
informándose de una de las tradiciones más arraiga en la ciudad de Cuenca, que
hunde sus orígenes en una tradición de siglos y que sigue manteniendo viva la
presencia de determinadas costumbres de arraigo en lo más profundo de los
nazarenos conquenses. Con cinco siglos de antigüedad, la Semana Santa de Cuenca
ha conseguido ocupar un lugar privilegiado entre las más importantes y
destacadas de toda la geografía Española.
Esta forma de vivir y entender la Pasión de Cristo por parte de los
conquenses, fue declarada por méritos propios de Interés Turístico Internacional
en el año de 1980 junto a Sevilla, Valladolid y Málaga. Cuando este
acreditado galardón era muy difícil de conseguir.
Las singularidades propias que presenta la Semana Santa y que la hacen
incomparable y nada parecida a cuántas se celebran en España, se fundamentan,
en una sucesión de desfiles procesionales que mantienen el orden cronológico en
la representación de los hechos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Ver desfilar las imágenes con su catequesis viva de la Pasión de
Jesucristo por sus calles escarpadas,
sobrecoge el alma del creyente y del curioso observador. Podemos afirmar, que
quién visita Cuenca en Semana Santa reconoce que es fácil llegar a vivir una
experiencia espiritual que deja honda huella en la sensibilidad cristiana,
percibiendo la delicada presencia del amor infinito de Jesús hacia la humanidad
al encontrarse con su semblante cara a cara en cada calle de la ciudad de las
Casas Colgadas.
Pero falta lo más importante para que estos desfiles emocionen y brillen
con luz propia. La atención y el mimo, junto con el cuidado y esmero que ponen
los 30 mil nazarenos en cada detalle que conforma el recorrido desde que se
inicia hasta que finaliza en la iglesia de salida, bajo el anónimo que da el
capuz.
A grandes rasgos este es el conjunto de características permanentes e
invariables que determinan la Semana
Santa de Cuenca, única cono la ciudad que la acoge.
Señas de identidad propias sin las cuales no sería lo que es. Y es más,
me atrevo a decir que no hubiera llegado nunca tan lejos en el tiempo y con
tantos seguidores de dentro y de fuera.
Disfruten de esta ciudad y de su Semana Santa. Vívanla y ámenla como si
fuera suya. No dejen de ver todos sus encantos y ella les compensará para
siempre pues no cabe duda que estar en Cuenca y pasear por sus calles es como
estar en el edén. Dudo que en la bóveda celestial se esté tan a gusto.
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