EL ORIGEN DEL NOMBRE DE “PIEDRA DEL CABALLO” (Por Rafael Torres)
Domingo, 07 de Julio de 2019. OPINIÓN | Rafael Torres/El Diadigital.es
Yo acostumbraba a ir a bañarme a un lugar cercano al puente de los Descalzos, que se conoce con el nombre de “La Piedra del Caballo”, digo la piedra y no la roca, porque así lo llamaba mi madre que era la que me llevaba. Siempre me llamaba la atención el nombre de aquel lugar. No encontraba por la zona ningún caballo o animal parecido que diera nombre a ese bello rincón del Júcar, donde nos zambullíamos.
Íbamos andando hasta nuestra zona de baño. Salíamos del barrio del Pozo de las Nieves, junto a otros niños con sus madres y cruzábamos los dos puentes el de San Antón y el de los Descalzos hasta llegar a nuestro destino.
Un día, caminando hasta nuestro destino de baño, le pregunte a mi madre porque se le llamaba a ese lugar la “Piedra del Caballo” y me habló de una leyenda que se remontaba a la época de la canonización del Santo Obispo San Julián. La ciudad vivía en fiesta por este hecho histórico, las calles y plazas estaban adornadas y los habitantes se encontraban radiantes de felicidad.
La Plaza Mayor era el escenario principal donde se organizaban los festejos y juegos para los jóvenes y el lugar donde se reunían estos para bailar y conocerse.
Dentro de los jóvenes que se encontraban disfrutando de la fiesta había dos hermanos gemelos Diego y Fernando Carrilla y Alarcón protagonistas de la leyenda de la piedra del caballo. Ambos eran elegantes, valientes, grandes jinetes y manejaban con soltura la espada.
La diferencia entre ellos venia marcada por sus personalidades, “Diego” era sencillo, inofensivo y vehemente convencido. Por otra parte, el otro hermano “Fernando” era arrebatado, vivaracho y con fama de don Juan. Le gustaba cortejar a “muchas” damas.
A la fiesta acude también la dama Beatriz de Sandoval, una bella dama, rebosante de hermosura y distinción que deja fascinado y enamorado al joven “Diego”. Durante la fiesta bailan y se cortejan. Quedando los dos completamente enamorados a primera vista. Ella vivía en la Plaza de San Nicolás.
Por medio de cartas, se expresaban su amor. Una de esas cartas, por culpa de la semejanza física de los hermanos gemelos, fue entregada al hermano equivocado. “Fernando”, ignorando que el contenido de la carta no era para él, asistió remplazando a su hermano a la casa de la bella Beatriz.
Cuando Diego, enterado de todo esto, fue en busca de su hermano. Saco su espada y arremetió contra su hermano. Fue una disputa muy igualada, que termino con Diego mal herido.
Fernando atemorizado y acobardado por intentar matar a su hermano, cogió su caballo y huyo al galope por la calle Alfonso VIII, después por la calle Andrés de Cabrera, saliendo de la ciudad por la puerta de San Juan, hasta llegar a las orillas del río Júcar. El caballo se negaba a cruzar el verde río por la gran fuerza del agua, pero tras hostigarlo a fuerza de golpes el caballo se decidió.
La fuerte corriente hizo que fuera imposible llegar a la otra orilla e hizo que el caballo muriera al golpearse contra una grandiosa roca que había en medio del cauce. Esa roca a partir de ese día pasó a llamarse “La Roca del Caballo”.
Esta leyenda se ha ido transmitiendo de generación en generación de forma oral o escrita, motivo por el que ha sufrido supresiones, añadidos o modificaciones culturales que dan origen a todo un mundo lleno de variantes.
De los hechos reales de esta historia de amor nadie los conoce, su relato se sitúa de forma imprecisa entre la fábula y el suceso verídico. A excepción del espejo en forma de luna llena de Cuenca que lo vio todo, el fondo del río Júcar que se quedó con el caballo y por su puesto el paraje de la Roca del Caballo que guarda la verdad
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