Con
la congoja y el impacto que supone para mí y como hemos visto para
multitud de personas
la repentina muerte de la periodista Paloma Gómez Borrero, intentaré
con estas modestas letras, expresar mis sentimientos de sollozo ante
la perdida de una persona que profesionalmente ha sido única
y un referente dentro
de la profesión periodística
para multitud de generaciones y en lo humano un volumen de lecciones
de como amar la “dolce vita”.
Cuando
en el año 2014 la Junta de Cofradías,
la eligió como pregonera de la Semana Santa de Cuenca, me alegre
mucho. Pues esa elección, me iba ha dar la oportunidad de conocerla
personalmente en el acto del pregón en la antigua iglesia de San
Miguel, el viernes de Dolores. Y así fue. Fue fantástico, a pesar
de los nervios propios del momento sobrellevados por sus largas
tablas en esto de manifestar y anunciar emociones en publico,
consintió a hablar conmigo.
El
momento para mí fue inolvidable, era
una mujer que transmitía sentido del humor, ilusión y revelaba en
sus palabras el cariño especial que tenía por la ciudad de Cuenca
y su provincia, comentando que le gustaba venir y que guardaba un
gran recuerdo familiar del pueblo de Las Pedroñeras, lugar de
nacimiento de su madre.
Su
pregón resultó muy emotivo hablando tanto de las experiencias que
tuvo ocasión de vivir en el Vaticano como de los vínculos afectivos
que le unían a la ciudad de las Casas Colgadas. “Vengo
de Roma para evocar con vosotros la pasión y muerte del hijo de Dios
y la alegría de su resurrección”. Hizo
una semejanza de nuestra Semana Santa con la celebración en Roma de
esos días de Conmemoración
de la muerte de Jesucristo. Destaco
una frase que retumbo con fuerza: "Jesús
es hoy humillado cuando hay gente que para comer tiene que recoger
desperdicios"
Para
mí fue muy impactante y se convirtió
en un recuerdo imborrable, pues estaba
ante la persona que con sus sencillas y
completas informaciones nos
acerco familiarmente a los Papas
Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. Esta decana periodista era un
mito adelantada a su tiempo. La primera
periodista que ejerció como corresponsal de Televisión Española en
los años 70 en el extranjero, para todos siempre estará presente en
las estanterías del Archivo de RTVE.
Ahora
me viene a la memoria aquellos telediarios en blanco y negro y su
audiencia arrolladora en los mismo. Compartía con todos los
españoles comida y cena, en aquella España en
busca de esperanza y de futuro.
Su
capacidad para poner al corriente a todo el mundo sobre la actualidad
y entresijos del Vaticano era cautivadora, respaldada para hacerlo
en su gran cultura y el dominio de cinco idiomas. Amaba
profundamente el periodismo siendo la
periodista de todos los españoles.
Me
emociono aún cuando recuerdo, cómo
contaba en uno de los múltiples programas de televisión donde
ejercía con ingenio y destreza su adorada profesión una
experiencia del papa Juan Pablo II, con
una niña a la que Wojtyla consoló nada más salir del campo de
concentración de Auswitz y a la que, muchos años después, ya
convertido en Papa y en presencia de “Paloma”, volvió a
encontrar convertida en devota abuela. Un relato apasionante.
Creo
que se podrían utilizar miles de palabras y de comentarios afables
para describir los rasgos peculiares y distintivos que ha dejado la
periodista vocacional, que ya es eterna,
a lo largo de sus 50 años de profesión. Qué
ha creado y dejado estilo propio en cada noticia
y crónica que daba o escribía.
Porque ella dejó muy claro que no es sólo dar una noticia hay que
saber interpretarla.
Texto: Rafael Torres.
Fotos: Las Noticias de Cuenca, y La Tribuna de Cuenca.
27 de marzo de 2017.
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