Hoy día 6 de marzo de 2017 se cumplen diez años del
fallecimiento en Madrid del actor, humorista y escritor José Luis
Coll Martínez. Un
gran conquense que demostró siempre que tuvo oportunidad su amor por
esta tierra de piedras colgadas y de rascacielos en busca del cielo.
Es
curioso observar como generaciones de
conquenses siguientes a la mía e
incluso anteriores conocen a Coll, por
un hecho sustancial en su carrera artística ser pareja humorística
de gran éxito con
Luis Sánchez Polack desde 1967 hasta 1995. “TIP
Y COLL”.
No
es de extrañar que se le recuerde como un gran genio del humor del
absurdo, en un tono cercano al surrealismo. Sus actuaciones en
televisión española en la década de los años 70 se convirtieron
en un autentico fenómeno social y sus tics y frases hechas eran
adoptadas por el público en general como forma habitual de lenguaje.
El
hombre del bombín que se presentaba para sus actuaciones con un
traje de enterrador decimonónico con su respectiva levita fue el
más ingenioso caballero del humor, que atesoro unas cualidades
congénitas propias para hacer reír.
Era
el Marx conquense. Aun se recuerda y vuelve hacer sonreír uno de los
sketeches más renombrado
que realizo. Cómo llenar un vaso de
agua mediante una jarra, dejando de lado cualquier tipo de control
racional, mostrando el original Coll detalladamente a la audiencia la
forma correcta de realizar tal operación, con “traducción”
simultanea de Tip a un supuesto francés.
A
lo largo de su vida profesional trabajo en la radio y en el teatro,
hizo cine y televisión y cultivo su pasión por la escritura. Fue
el trabajo en el teatro el que más satisfacciones le dio por su
cercanía con el público y porque así podía vivir la realidad de
la escena.
Pero
muchos desconocen que
este mago
del humor nació en Cuenca el 23 de mayo
de 1931, que
vivió durante 24 años
en el casco antiguo, en
la calle Alfonso VIII, que sufrió en su
infancia los
tenebrosos años de la Guerra Civil Española y los albores de la
posguerra lo que le llevo a escribir una
novela
con el nombre de “El hermano bastardo
de Dios” donde narra la crónica de la
ciudad de Cuenca y la suya propia en esa época determinada desde la
mirada de un niño que descubre que la vida no es un cuento de
hadas.
Quedó
huérfano de padre con tan solo una año, su madre se exilió en
Argentina finalizada la Guerra Civil
Española, criado por sus abuelos y tías. Estudió bachillerato
en el Instituto Alfonso VIII de la ciudad, trabajó en una oficina de
Abastos mientras escribía en el periódico local Ofensiva.
Por
lo que podemos decir que en Cuenca pasó su juventud y se enamoro
plenamente de esta ciudad, hasta tal punto que comentaba que nacer en
Cuenca es algo que muy poca gente puede decir. Tan solo unos
privilegiados.
Le
gustaba pasear por la Hoz del Húecar por que decía “Esto es otra
cosa”. Ese lugar olía diferente.
Cuenca esta aromatizada a espliego, hierba fresca, jaras tomillo,
moras de los árboles. Cuanto me gustaba esa hoz.
No
sabía como definir Cuenca, para él no era un lugar, ni un pueblo,
ni una ciudad. Pensaba “que un día el tiempo pasó por Cuenca, se
paró a descansar y se quedo dormido”. Le gustaba decir que él
sentía a Cuenca, por que le miraba, y le hablaba. Era como una madre
y amiga.
Recordaba
sus paseos por las laderas del Socorro y sus baños en las aguas del
Júcar. Sus otoños dorados cuando las hojas de los árboles dejan su
morada para sus hermanas. Confeso que no podía hablar de Cuenca, sin
que la garganta le oprimiera y los ojos nadasen. Aquella
hermosa Cuenca de mi niñez, esa infancia que parecía eterna, el
mejor juguete que tuve, -comentaba José Luis Coll-. La que me enseño
a nadar en la piedra del Caballo, a besar en las fuentes de Martín
Alhaha, a sentir el miedo de cruzar el Puente de San Pablo, a
corretear por el recreo Peral. Aquella Cuenca de musgo y campanilla.
El único lugar del mundo para mí.
Dejó
Cuenca para trasladarse a Madrid en el año 1956 bajo el patrocinio
de Cesár González Ruano, periodista y escritor que vivió durante
largas temporadas en Cuenca, le presentó a Mingote y con él se inició en los avatares humorísticos.
A
pesar de la distancia José Luis Coll, siempre que sus ocupaciones
laborales se lo permitían le gustaba venir a su
Cuenca, para visitar a sus amigos y
jugar unas partidas de billar su deporte favorito en el Casino.
Todo
un honor ha sido para mí el haber podido recordarlo a través de
estas paginas, porque he descubierto que a parte de ser un ingenioso
humorista, agudo y llego de juegos de palabras amo profundamente a la
ciudad de Cuenca, hasta tal punto que se sentía muy orgulloso de
haber nacido en ella.
Texto : Rafael Torres.
21 de febrero de 2017.
Publicado en el diario digital de Cuenca News, el día 06 de marzo de 2017
Publicado en el diario digital de Cuenca News, el día 06 de marzo de 2017
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