La
ciudad de Cuenca ha esperado
con gran expectación e ilusión la llegada de los Reyes Magos. La
celebración de este evento que pone el broche final a las fiestas de
Navidad, no obstante, según mención de el dicho popular “hasta
San Antón pascuas son”, comienza oficialmente la tarde anterior a
la “Epifanía del Señor”, en la noche del 5 de enero cuando se
celebra la Cabalgata de los Reyes Magos.
Han
sido miles de conquenses los que han
salido a las calles principales de la
ciudad para contemplar la recreación de la llegada de la Cabalgata
de los Reyes Magos a Cuenca, cargada de regalos para los niños lo
que supone para ellos uno de los momentos más alegres y gozosos de
su vida.
“Aquella
maravillosa noche de Reyes, que nunca olvidamos
y que sigue existiendo en nosotros a
pesar de la edad como un sentimiento bendito”. Cuando se conoce la
realidad de la “Magia de los Reyes”, aún se quieren y aman más,
porque se acuerda uno los padres y sus infinitos esfuerzos y desvelos
económicos para poder conseguir que sus hijos tuvieran en la noche
de Reyes su regalos preferidos.
Una
vez conocidos en persona y vistos por parte de los niños la llegada
a Cuenca de los tres
Reyes Magos, estos
se meterán pronto en la cama para
palpitar de emoción en
su “Noche Mágica”, dejando sus
zapatos preparados asegurándose de que sus majestades los vean con
total seguridad. Colocando
también un dulce roscón para que los monarcas mágicos se
alimente y cojan fuerzas para el duro trabajo que les espera (llevar
miles y miles de juguetes a todas las casas), y paja para los
camellos que tienen que reponer fuerzas, pues tienen que trasladar a
los hogares conquenses todos los juguetes.
Muy
pronto se hará de día para todos los niños. Con el sueño aún en
los ojos irán corriendo a llamar a los papás para descubrir
asombrados y entusiasmados que los gentiles Reyes se han comido el
roscón, los camellos se han comido la paja, y no han dejado nada, y
junto al árbol que renace y revive cada año la alegre Navidad,
están los zapatos y los regalos esperando ser abiertos.
Lo
demás es una infinita y rebosante alegría en los pequeños de la
casa. En los mayores se humedece el lagrimal porque se han colado sin
querer alguna que otra emoción que nos hecho recordar que nosotros
también tuvimos noche de Reyes, y hubo unas maravillosas personas
que batallaron mucho
porque también la disfrutáramos
y no nos faltará nunca la sonrisa en
nuestra cara.
Nosotros
también podemos ser Reyes Magos, todos los días del año ofreciendo
a todas las personas que nos rodean el oro de admiración y respeto
hacia todas ellas, el incienso en mis buenas acciones y respuestas a
las necesidades que piden los demás y la mirra de amistad y amor con
el prójimo que no debe faltar nunca.
Texto, fotos: Rafael Torres.
5 de enero de 2017.
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