FESTIVIDAD. Cuenca recordó a su patrón y segundo obispo de la Diócesis, 8 siglos después de su muerte
Cuenca recordó a su patrón y segundo obispo de la Diócesis, 8 siglos después de su muerte
Los conquenses recuerdan al “padre de los pobres” por su humildad, sencillez, caridad, fortaleza, mansedumbre, penitencia, oración y milagros, y por ser una gran cumplidor del deber
Ayer 28 de enero, la ciudad de Cuenca evocó y celebró con diversos actos religiosos en distintos lugares de la misma la festividad de San Julián. Segundo obispo de la Diócesis y santo protector de la misma.
Realmente, San Julián murió el 20 de enero, como lo atestiguan los Obituarios antiguos de la Catedral de Cuenca. Habiéndose elegido el día 28 del mismo mes, por el Cabildo, para celebrar la Fiesta, es muy posible, que se hiciera por ser éste el primer día libre de otras celebraciones, o sencillamente por razones litúrgico-pastorales.
A lo largo de todo el día se celebró con solemnidad en Cuenca ciudad y fiesta en el resto de la Diócesis con diversas misas tanto en la Catedral, como en la ermita de San Julián el tranquilo y en la parroquia de San Julián del barrio conquense de Fuente del Oro. Tanto en la Misa Estacional como en la de la parroquia de San Julián, fue presidida por el Excmo. Rvdmo. Mons. José María Yanguas, Obispo de Cuenca, y concelebrada por numerosos sacerdotes de toda la Diócesis.
No consta en ningún sitio que San Julián, haya sido canonizado formalmente alguna vez, aunque si se refrenda que haya habido intentos, al menos en el siglo XVI, teniendo en cuenta el convencimiento del pueblo, ante la multitud de milagros efectuados por su intercesión, sobre todo a partir del descubrimiento, hacia 1518 de su cuerpo incorrupto.
Igualmente, de ser inscrito en el catálogo de los santos, en 1584, por Gregorio XIII, y que Clemente VIII haya concedido, diez años después, rezo propio para la Diócesis de Cuenca, tanto en la fiesta del 28 de enero como en la de 5 septiembre, en la exaltación de la cual el papa Julio III había dispuesto, en 1551, que se celebrase con las mismas solemnidades de la primera. Privilegios todos extendidos más tarde la Diócesis de Burgos que por entonces se hallaba en la apoteosis de sus fervores por la figura de San Julián, al parecer el único santo obispo nacido en ella.
Henchidos de alegría
Cantemos sin cesar:
¡Gloria al Padre de Cuenca! ¡Loor a San Julián!
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