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El Miércoles Santo de 2013 llovió en Cuenca más que agua



Rafael Torres. Artículo de opinión.

Cuando se cumple ahora un año de la procesión del Silencio, y después de haber dejado que el fluir del tiempo, lo apartara de la tertulia y comentario del divulgar nazareno, y debido, en gran parte, a la ambigüedad de las informaciones difundidas hacia el desfile, creo con determinación, que el Miércoles Santo de la pasada Semana Santa, pasará a las crónicas y memorias de las tradiciones nazarenas, como el de la controversia y polémica por la predisposición de las hermandades que componen la Procesión del Silencio en procesionar bajo unas condiciones climatológicas, vamos a decir, inciertas. Por otra parte, decir que se actuó en consecuencia con lo que establece el protocolo de actuación en caso de inclemencias meteorológicas adversas establecido para este desfile.

PROTOCOLO DE ACTUACIÓN EN CASO DE INCLEMENCIAS METEOROLÓGICAS.

1.- Si a las 19.00 horas, hora oficial de salida de la procesión, a causa de las inclemencias meteorológicas fuese imposible iniciar el desfile procesional, se esperará un máximo de 1 hora, es decir, hasta las 20.00 horas. Si llegada esa hora persistiesen las causas que motivaron el retraso del inicio del desfile procesional, ésta quedará suspendida.


2.- Si una vez comenzada la procesión, la lluvia hiciese acto de presencia en las proximidades de la Iglesia del Salvador, las hermandades afectadas buscarán refugio en esta Iglesia o en la de San Andrés.

3.- Si la lluvia apareciese en las proximidades de la Plaza Mayor las Imágenes se refugiarán en la Catedral y en el Palacio Episcopal. Llegados a este punto, los representantes de todas las Hermandades decidirán, por mayoría, la reanudación del desfile o su suspensión definitiva.

4.- Una vez iniciado el descenso, caso de aparecer la lluvia a la altura de la Puerta de San Juan, se reunirán todos los representantes en la Hermandad de San Pedro, para tomar la decisión que consideren más conveniente, debido a la imposibilidad que algunas Hermandades como la Santa Cena, Jesús Orando en el Huerto y San Pedro Apóstol, tienen para refugiarse en la Iglesia de San Andrés, lo que las obligaría a estacionarse a lo largo del recorrido o bien terminar el desfile. Las Hermandades del Ecce-Homo de San Miguel y la Virgen de la Amargura, si lo estiman conveniente, podrían regresar al Palacio Episcopal o a la Catedral.

5.- La suspensión de la procesión no impedirá que los pasos que desfilan en la misma se dirijan a sus puntos de finalización o salida, utilizando para ello los medios que estimen convenientes. Borrador del acta de la Junta de Diputación del 4 de diciembre de 2012.


CRÓNICA DEL MIÉRCOLES SANTO, 27 DE MARZO DE 2013.

El Miércoles Santo del 2013 despertó, como los días anteriores, con unas inclemencias de lluvia intensa que no hacían presagiar nada bueno de cara al desfile procesional de por la tarde. Así en todos los ambientes nazarenos la percepción que se tenía tras mirar al cielo era:” ¡Ea, otra que se suspende!”.
Con la incertidumbre atmosférica puesta en las alturas y nuestro ruego y oración dirigidos al Cielo, media hora antes del inicio de la procesión, nos reunimos dentro de la iglesia de San Esteban los representantes de todas las hermandades que componen el desfile y el presidente de la Junta de Cofradías. Aunque había estado lloviendo durante todo el día, en esos momentos no lo hacía. Además, los más optimistas creían atisbar la apertura de algunos claros en el entoldado nuboso que cubría la ciudad. Tras las deliberaciones de rigor entre los representantes de las hermandades en la Junta de Cofradías, se decidió que el presidente de la institución nazarena realizase la llamada pertinente a la agencia convenida para conocer su pronóstico de lluvia para las próximas horas. Se realizó la llamada con el móvil del presidente con el sonido puesto en manos libres para que todos escuchásemos, directamente y sin ningún tipo de mediación, las notificaciones de nuestro interlocutor, que fueron las siguientes: “…Existe un cierto riesgo de chubascos dispersos y poco activos durante la próxima hora y media. A partir de las 2:30 horas, podrían llegar nubes más activas. En mi opinión, el riesgo de lluvia es  del 30% en este momento, bajando gradualmente a partir de una hora”.
Con ese pronóstico y  tras unas pequeñas consideraciones sobre lo que acabábamos  de escuchar; informados de que en ese momento no llovía; guiándonos por el protocolo de actuación; y encomendándonos al Altísimo… las siete hermandades allí representadas tomamos la decisión, por unanimidad, de iniciar la Procesión del Silencio, para así proceder  ciento ocho años de desfiles.

La Venerable Hermandad de Jesús Orando en el Huerto, salió de la parroquia de San Esteban, a las 19:15 h. En ese momento no llovía, y así lo confirman y atestiguan varios medios de comunicación escritos y digitales de la ciudad de Cuenca, y lo corrobora el que escribe.  Veinticinco minutos más tarde, salía de la iglesia el paso del Prendimiento de Jesús.
Cuando la cabecera de la procesión se encontraba por la calle de Las Torres comenzó a caer una fina lluvia.  Rápidamente los dos representantes que en ese momento íbamos en la procesión, y siguiendo el protocolo, decidimos continuar hasta la iglesia del Salvador y de San Andrés sin prisa pero sin pausa, con claro propósito de suspender la procesión en ese punto, si la lluvia no cesaba.

A la altura de la Puerta de Valencia las precipitaciones cesaron por completo. Las comunicaciones fluyeron entonces por los intercomunicadores, y con la banda de la Junta de Cofradías ya en la calle del Peso, se decide continuar hasta la Plaza Mayor, con la incorporación de la hermandad de la Virgen de la Amargura con San Juan Evangelista. Y así continuó el cortejo, con completa normalidad y lucimiento, hasta alcanzar la Plaza Mayor y proceder al merecido descanso.

Y ahora, pregunto yo: ¿A alguien de los que estábamos en la Plaza Mayor, se nos pasó por la cabeza ni la más remota  posibilidad de suspender la procesión?; ¿Alguien podía prever la que, momentos después, se nos iba a venir encima? La respuesta es “no”.
Rotundamente no: no, porque de haber existido la más mínima duda los pasos se hubieran guardado en la Catedral; no, porque si no las hermandades que salen de la Iglesia de San Pedro no hubieran iniciado su desfile hacia la Plaza Mayor; no, porque si no la Santa Cena no se hubiera movido de la Catedral. Pero sigamos con el relato del desfile procesional.

A las 22:30 horas, se inicia el descenso tras un descanso más corto de lo habitual, debido a la intención de todos de finalizar antes de las tres de la madrugada, -hora en la que la agencia consultada había pronosticado posibles precipitaciones más intensas-. Cuando la hermandad de la Santa Cena se encontraba ya descendiendo por la calle de Alfonso VIII, estando su cabecera a la altura de la confluencia con la calle Zapaterías, se desató una fuerte tromba de agua que, como siempre, desencadenó el desconcierto y la indecisión en las hermandades que ya habían iniciado su desfile: los pasos de la Oración del Huerto y del Prendimiento consiguen refugiarse bajo los arcos del ayuntamiento; mientras, la hermandad de la Santa Cena, ante  la persistencia e intensidad de la lluvia, decide desandar el camino andado y regresar a la Catedral, lugar del que había partido apenas treinta minutos antes. En su intento de maniobra, cuando llegan a la ante plaza se  encuentran que el paso del Huerto les impide seguir avanzando. Se produce, entonces, una conversación entre los directivos de la hermandad de La Cena conmigo, por mi condición de representante de la Oración del Huerto en la Junta de Cofradías, manifestándome su propósito de dirigirse a la Catedral, para lo cual es necesario que el paso del Huerto se retire de donde se encontraba, bajo el arco central del ayuntamiento. Yo les contesto que la procesión no está suspendida y, por lo tanto las actuaciones y decisiones que se tomen han de hacerse de forma consensuada, tal y como marca el protocolo establecido al efecto, y que inmediatamente se va a proceder a celebrar una reunión en el lugar convenido, donde los máximos responsables de la organización del desfile procesional así lo dispondríamos. Se producen entonces las lógicas reacciones de enfado y contrariedad de los que, indudablemente, se encuentran más desamparados y perjudicados en toda esta situación que son, como es de suponer, algunos miembros de la junta de diputación de la hermandad de la Santa Cena y de alguno de sus banceros. Pero nada más. Nada de enfrentamientos o insultos entre los miembros de las hermandades implicadas, como se ha venido manteniendo en las tertulias, círculos y foros de opinión nazarena. Nada que estuviera fuera de toda lógica, ante una situación en la que una hermandad se encontraba claramente perjudicada. Y que estoy convencido que la actitud  y el comportamiento hubiera sido similar, por parte de las dos hermandades de haberse cambiado los papeles y haber sucedido al revés. Os aseguro que la relación entre La Cena y el Huerto es perfecta, inalterable e imperturbable, conservando su relación de amistad y hermandad como no puede ser de otra manera.

En la mencionada reunión, y ante la situación de fuerte lluvia que estaba cayendo, se realiza, por parte del presidente de la Junta de Cofradías, una nueva llamada a la agencia meteorológica que teníamos de referente para consultarle un nuevo pronóstico. La conversación es escuchada por todos y la persona responsable del servicio vuelve a ratificar la misma predicción anterior: “No se espera lluvia hasta las tres de la madrugada y que las precipitaciones de este momento se trata de un chaparrón primaveral totalmente circunstancial e impredecible y que pasará rápidamente” .Después de la conversación vía móvil, con el delegado, los representantes decidimos esperar cinco o diez minutos para ver si cesaba la lluvia y si no ocurriera así la procesión se suspendería definitivamente.

Conforme a lo que deseábamos todos, nazarenos y público expectante,  la lluvia cesó antes de que se consumiera el plazo establecido, por lo que los siete representantes reunidos, y  otra vez por unanimidad, decidimos reanudar la procesión, reorganizándola de inmediato y acelerando su desarrollo todo lo posible.  

Tras este incidente inicial, el resto del descenso se realizó sin ningún contratiempo hasta las mencionadas tres de la madrugada, donde la lluvia volvió a hacer acto de presencia, esta vez sí fiel a la predicción pronosticada y cuando ya las hermandades estaban llegando a la Parroquia de San Esteban y que tampoco tuvo mucha duración por lo que no interfirió en la retirada de las hermandades que lo hacen en ese punto ni en la continuación de las dos que prosiguen hacia El Salvador.
He querido relatar detalladamente lo que realmente  ocurrió en el desfile, para que ahora todos podamos tener más información para emitir opiniones, juicios de valor o simplemente reproches. En una Semana Santa tan particular e inédita, como la que nos estaba tocando vivir, con las tres primeras procesiones suspendidas, no es de extrañar que hubiera muchas ganas de desfilar, y que quede muy claro que con este argumento no justifico, para nada, la decisión final de salir. Pero que, consciente o inconscientemente, también influyó es innegable. Ante las predicciones cabía la posibilidad de que el desfile se pudiera desarrollar ya ante esa posibilidad Cuenca tenía que tener su Semana Santa en las calles.

A manera de respuesta para todos aquellos que, abanderando la idea de la extrema protección de las imágenes, censuran y califican de inconscientes, irresponsables y hasta de “terroristas del patrimonio nazareno”, o de afán de protagonismo, a quienes en un momento determinado,  ante unas condiciones meteorológicas cuando menos inciertas, decidimos de salir en procesión, y que lo acertado o desacertado de nuestra decisión depende ya de la divina providencia, decirles que nada hay más alejado de sus acusaciones. En primer lugar, las tallas no son tan frágiles como argumentan: las imágenes destinadas al culto y a procesionar, en su policromía incorporan un tratamiento protector a base de productos destinados a proteger tanto la policromía original, como la madera en la que están esculpidos de las condiciones ambientales de humedad, cambios de temperatura de los templos donde se encuentran durante el año y de la posible lluvia que les pudiera caer cuando se encuentran procesionando. Ahora, eso sí, una vez que se han mojado debe procederse con exquisito cuidado y esmero a su rápido secado utilizando para ello los métodos que de sobra son conocidos por todas las hermandades y que ahora no es el momento de exponer. Por otro lado, los que en un momento de nuestra vida decidimos implicarnos en más activamente en la dirección de una hermandad lo hacemos, siempre,  por los sentimientos de amor que sus sagradas imágenes significan para nosotros. Y fieles a esos sentimientos, somos los primeros en extremar su cuidado y conservación.

Además ahora contamos con un buen elenco de magníficos profesionales de la restauración de imágenes que se encuentran en permanente contacto para asesorarnos sobre su manipulación y mantenimiento. Por cierto, que muchos de los informes que han realizado indican que sufren más las tallas en las condiciones en las que se encontraban en los templos a causa de iluminaciones improcedentes que por que se mojen durante un desfile procesional.  Focos halógenos, velas, radiadores cercanos, y no digamos de tratamientos inadecuados realizados con la mejor de las intenciones,… han causado mucho más daños y deterioro a las imágenes que el agua proveniente de un inoportuno chaparrón. Pero bueno daría para un amplio debate.  

Creo personalmente, que en los últimos años,  si existe una preocupación constante en las directivas de las hermandades, es por  la conservación del patrimonio artístico de las mismas. Actualmente, ninguna hermandad permite, ni nadie se atreve, a tocar nada sin el pertinente informe de un profesional en la materia. Con la única finalidad de intentar que todo el patrimonio artístico permanezca inalterable al paso del tiempo y conservarlo en las mejores condiciones posibles para  proporcionarles culto y poder continuar desfilando, inmortales, generación tras generación.

En definitiva, y a modo de conclusión personal, creo que el balance final del desfile del Miércoles Santo de 2013 fue en líneas generales positivo, pues, pese a las dificultades, se pudo cumplir de una forma digna con el objetivo final y primordial que toda hermandad tenemos, y que no es otro que el de procesionar con nuestras sagradas imágenes, de una forma lúcida y digna, para rememorar, con las respectivas escenas representadas, los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

Bajo mi punto de vista, quiero dejar bien claro que mi hermandad estuvo siempre donde tuvo que estar, que era desfilando. Acatando las directrices que por unanimidad tomamos los responsables del desfile de este Miércoles Santo, actuando siempre tal y como marcaba el protocolo de actuación establecido para inclemencias meteorológicas adversas y forjando, además, el esfuerzo que nos pedía nuestra Semana Santa, a la que tanto amamos. Es posible que fuera muy atrevida la decisión y difícil de comprender por otras partes, pero mantengo firmemente que por “ELLA”, mereció la pena.  

No quiero dejar de lado a los hermanos, que pensaron que no debimos salir por las circunstancias atmosféricas existentes, solo les pido que entiendan que cuando tomas una decisión esta  puede ser acertada o equivocada, pero es la que hay en ese momento.
Mi gratitud y reconocimiento a la Banda de Tambores y Trompetas de la Junta de Cofradías, que hago extensiva también a la Banda de Música de Cuenca y a todas las que desfilaron en ese día, por no abandonar a las hermandades a las que acompañaban en ningún momento, aun sabiendo que podían haberlo hecho, utilizando el protocolo de lluvia para bandas de música.

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