
Nos
va a resultar muy extraño, querido Óscar, pasear por la calles de
esta ciudad encantada y no verte con tú caballete plantado y paleta
en mano desprender toda tú improvisada naturalidad en el lienzo
blanco hasta convertilo en una obra de arte.
Siempre
te gusto
que tus obras tu vieran entusiasmo y
alegría. Te gustaba expresar en ella lo feliz que te sentías de pintar esos
paisajes tan
familiares
y lo que significaba para ti esta tierra de piedras de
vértigos
que
se cuelgan y extravían en el confín del horizonte en busca del
cielo.
Adiós,
pintor nacido en Cuenca (nuestra tierra), que pintabas con tanto amor
todo lo que a tus ojos llegaba, ahora que sigues la luz del Santísimo
Cristo (Tú Cristo) no dejes de pintarnos cuadros bellos para
que cada Viernes Santo al mediodía el arco-iris brille con desvelo
en los cristales de su “Cruz”.
Texto: Rafael Torres. Fotos: Cuenca News.
14 de julio de 2017.
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