Hoy que debería haber sido un jueves de los más normal en mi vida me he levantado con la repentina muerte de mi amigo José Luis Lucas Aledón.
José Luis nació en Cuenca en el año 1946, poeta y escritor. Estudio magisterio y llego a ser maestro en los pueblos de la provincia, para acabar trabajando como funcionario de la Seguridad Social.
Tiene infinidad de escritos y varias decenas de libros publicados tanto del genero poético y novelesco sin saber el número exacto de sus publicaciones. Como a él le gustaba decir: “ No sé los libros que he escrito, menos mal que la gente que conoce mi forma de ser los irá guardando para cuando llegue el final poder hacer una antología con todos ellos.
“Dormido en el pasado”, “Viaje lírico por los hocinos de Cuenca”, “Las Turbas. Aproximación a un estudio”, firmado también por Antonio Requena y Jesús Moya. “los epinicios provinciales”, “Crónica atribulada de un obeso mórbido”, y los más recientes que han llegado a mis ojos han sido: “El amanecer santo de Cuenca Las Turbas” y “Sueños de Gloria”, y más..., en el cielo tendrá que terminar su cuentos infantiles que estaba preparando.
Lucas siempre ha presumido de ser amigo de sus amigos, conocido en toda Cuenca, los más cercanos le llamábamos el “Chuspallas”. Siempre le ha gustado comer y beber bien. Divulgador de las costumbres de Cuenca, vivía como decía el de “Viernes Santo a San Mateo y de San Mateo a Viernes Santo”.
José Luis, amaba profundamente la literatura, su primer poema lo escribió en el año 1958, con doce años y llevaba por titulo “Semana Santa en la ciudad de las piedras fantasmales”. Publico sus primeros poemas en la revista “Perfil” del instituto Alfonso VIII, en el “Barco”, que era la revista del colegio menor y en el “Decimos” que fue la revista de Magisterio, hasta llegar a publicar en el diario “Ofensiva”.
Ha sido pregonero de Semana Santa, de las Fiestas de San Mateo y San Julián, estas por doble ocasión y de la mayoría de los barrios de Cuenca y pueblos, así como creador en el año 1978 de la letra del himno de la Balompédica.
Infinidad de cosas se podrían resaltar de este buen hombre que rezumaba amor a Cuenca, en todas sus obras y acciones.
Que el Señor del paso de la Caña, que tanto adorabas te recoja en su capa escarlata y te de descanso eterno y albergue tu alma, esa que queda cuando desvestimos nuestro cuerpo. En tu caso amigo Lucas, como te decía yo, aparecerá un enorme corazón incrustado con las casas colgadas, el puente San Pablo, la maroma de San Mateo, la horquilla del bancero, el Clarín del Amanecer Santo en la otra procesión del cielo. Nosotros nos quedaremos en la frontera entre la alegría de haberte conocido y el final del dolor por tu asuncencía.
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